12/07/10 0:00
Ahora que el Mundial de Fútbol ha puesto de moda aquello de exprimir las naranjas, a veces tengo la sensación de ser una de ellas. Lo digo por el precio que estos días he tenido que pagar por una simple botella de agua. Soltar dos euros –atención 332 pesetas de entonces– por algo tan simple y tan básico no tiene justificación alguna. De qué valen las campañas institucionales de promoción de la Isla, los anuncios cerveceros que promocionan el "paraíso" en el que vivimos, si lo que hacemos cada verano es asustar al personal que nos visita e indignar al que no tiene otro remedio que convivir con un abuso semejante.
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