Estamos negros, pero todos con "la roja"

Al margen de los lugares exóticos que puedan ofrecerle, si sus posibilidades económicas y anímicas son más bien escasas, no olvide que la imaginación siempre ha jugado un papel muy importante en el logro de nuestros fines. Puede usted irse de viaje a casa del vecino o del sexto si lo que desea es un trayecto de mayor duración, puede visitar la terraza comunitaria de su bloque, instalar una piscina neumática entre todos y pintar las paredes con motivos playeros, darles una propinita a los niños para que les atice algún pelotazo mientras lo rebozan de fina arena, vamos, en pocas palabras, que pueda sentirse usted rodeado de todo aquello que tenga que ver con la esencia de una jornada playera.

Incluso y poniéndose de acuerdo con el resto de la comunidad, pueden organizarse excursiones guiadas y visitas culturales a esos lugares a los que siempre dijo que iría pero que jamás lo hizo, para conocer in situ todas las deficiencias que rodean su barrio. A continuación de nuevo a la terracita, comida familiar, cervecita, la santa siesta y en cuarenta minutos retirada cada uno a sus cuarteles que empieza el fútbol. Todo vale, todo menos seguir comiéndose el coco con la dura realidad, que para eso ya tendremos el otoño.