Hace sólo 12 días escribíamos esperanzados "Armisticio en Tailandia". Parecía una solución de compromiso muy tailandesa donde nadie quedaba en ridículo o "perdía la cara" como se dice en Asia.
Abhisit hacía honor a su educación británica y ofrecía una solución pragmática que si bien le indisponía con la "élite" amataya en tailandés evitaba una Guerra civil latente provocada por los "camisas rojas."Cuando hace mas de dos meses el depuesto premier Thaksin desde el exilio invitaba a sus partidarios a ocupar la capital para presionar al gobierno nadie penso en lo que ha sido esta "okupación" del centro comercial,turistico y financiero que ha estrangulado Bangkok.
Imaginemos por un momento que 15, 20 o 30.000 manifestantes vestidos de rojo ocupen el Paseo de Gracia de Barcelona, la plaza de Catalunya y hasta la avda. del Portal de l'Àngel.Que se hagan fuertes erigiendo una muralla defensiva, con servicio de seguridad paramilitar, puestos de control cual de una frontera se tratara y decidiendo quién puede o no entrar en su precinto. Esto ha sido el campamento de los camisas rojas en Bangkok durante 2 largos meses. Los manifestantes además parece cierto que aparte de serlo voluntariamente cobran un sueldo diario muy superior a lo que ganaban en su pueblo.Su mentor Thaksin les anima a que hagan dimitir al gobierno y a que se celebren nuevas eleccions que espera ganar. Mientras sus adictos, pobres campesinos del Norte y Noreste pasan calor y duermen en el suelo, Thaksin en su jet privado se mueve por los Emiratos Árabes hacienda negocios y animándolos con alocuciones televisadas.
El gobierno por miedo a que hubiera derramamiento de sangre, no sólo no corta inmediatamente la "ocupacion" del centro sino que icomprensiblemente la tolera permitieno la existencia de esta república asamblearia dentro de Tailandia.
Por fin después de semanas del colapso del centro de Bangkok el Primer Ministro decide aceptar las revindicaciones de los camisas rojas. Propone un plan de seis puntos,incluyendo elecciones anticipadas condicionado a que los manifestantes vuelvan pacíficamente a sus casas devolviendo la normalidad al centro okupado de la capital.
Lo que parecía ser una salida salomónica ha tropezado con la intransigencia de los líderes rojos. Su misma división entre halcones y palomas ha acabado con el triunfo de los más reaccionarios y extremistas. Después de ir exigiendo cada día más concesiones del gobierno han rechazado el plan de reconciliación nacional y desafiantes deciden mantener su fortificado campamento reforzando sus defensas.
La carne de cañón de los camisas rojas son los pobres campesinos de Isaan que siguen las consignas de sus caciques locales y estos las de los politicos de Thaksin. Se han ido turnando en viajes pagados a Bangkok para mantener la zona ocupada.Escuchan los inflamados discursos del directorio que lleva la voz cantante y que ahora parece ya dividido. El más prominente cabecilla del ala dura el General Kathiya fue certeramente abatido desde una gran distancia por un desconocido tirador de élite con un Winchester 380. Parece que la herida de bala será fatal para su vida. La venganza de los camisas rojas ha extendido las furiosas luchas con el ejército a otros puntos de Bangkok. En las capitales del Norte todas pro Thaksinistas los camisas rojas imponen su ley.
Los guardias de negro con pañuelos rojos estan armados y tienen entrenamiento militar. A las órdenes del Comandante Rojo como llaman al General Kathiya estos bien pagados matones ejercen su poder y organizan la defensa de sus barricadas. Cockteles Molotof, granadas del ejército, cohetes gigantes, tiradores, piedras y armas de fuego son sus convincentes razones. Podría ser que no les faltasen las anfetaminas que tanto corren por este país.
Ningún gobierno occidental habría tenido tanta paciencia con la flagante ilegalidad de estos manifestantes que se decían pacíficos. El reto para Tailandia sería una estabilidad que hiciera comprender a los camisas amarillas que los camisas rojas son también compatriotas que quieren luchar por más justicia social. De momento el gobierno de Abhisit tiene en contra a los camisas amarillas que lo ven como rendido ante los rojos y a los rojos que lo ven como representante de la oligarquía contra la que se manifiestan.
Desde ayer viernes los combates en las calles alrededor del centro ocupado son constantes.Explosiones, disparos, incendios provocados, muertos y muchos heridos. Es el espectáculo que nos da la TV entre anuncios de champú, culebrones chinos, dibujos animados y concursos de golf. Si esto no es una Guerra civil es por lo menos lo más parecido a una en la que ambos mandos juran lealtad a la monarquía y ondean las mismas banderas.
A todo esto la vida en Tailandia fuera de Bangkok sigue su curso normal y en general al pueblo llano parece importarle poco los graves sucesos que ven en sus pantallas. Para nosotros los muchos extranjeros que vivimos aquí no hay por ahora motivo de preocupación ni amarillos ni rojos nos han puesto en su punto de mira.
La situación es tan volátil y expresamente utilizamos un término bursátil que nadie sabe lo que pueda pasar en las próximas horas. Un enfrentamiento, una división de Tailandia que inició Thaksin y que es real dentro de la misma policía y de los mandos del Ejército. Ahora parece que el Gobierno por fin ha decidido terminar con la anarquía y el caos que se iniciaron con unas reivindicaciones justas pero que elementos ultras rechazando el plan de paz están llevando a una auténtica Guerra civil.
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