En su infancia vivieron en Mahón, en el camino de Santa María, desde muy joven entro a formar, en calidad de missatge en el predio de Son Ramon, tal como se acostumbraba. Los muchachos y los aparceros también, se movían de un sitio a otro, unas veces porque eran requeridos por los l'amos, otras intentando gozar de mejor colocación. De esta manera, pasó a la finca de Mongofre Vei, Llimpa y Capifort, ambas situadas en el norte de la isla, predios de mucho trajín, donde se exigía la faena bien hecha, a la vez que dura y costosa, el estar en la intemperie, durante el año, conviviendo con otros hombres de todas las edades, diferentes pareceres, hacía madurar con rapidez a los niños que crecían junto aquellos missatges, homos bragats.
Biel, ¿recuerdas cómo se inició tu padre, al cel sia, en el mundo de los caballos?
Lo recuerdo perfectamente, ya que hablo de ello en infinidad de ocasiones. Fue en el predio de Capifort, donde poseían gran cantidad de mulas, someres y caballos, los llamados pares. Allí empezó a cabalgar por la finca y a saborear la esplendidez de la monta, poniendo cariño a las bestias, enseñándoles. Con el transcurso del tiempo, llegó a ser un buen maestro.
Cuando hablas de cavalls pare, ¿a qué te refieres?
A los caballos decantados como sementales.
¿Debió ser de los jóvenes que frecuentaban el Estadio del Campo del Menorca?
Por supuesto, algunos domingos que sus trabajos se lo permitían junto a su grupo de amigos, aplaudió a los jinetes que allí demostraban sus cualidades. A buen seguro debió soñar con algún día poder ser uno más de los que participaban en las carreras.
Por aquel entonces se puso a cortejar a Ana Torret Petrus, hija del l'amo de Capifort, cuando se casaron pasaron a vivir a ses Aubertones. Hasta que se dio cuenta, junto a su esposa e hijos, de que se debía hacer algo para seguir adelante, el campo ya no era rentable y mucho menos con una familia numerosa como la suya. Decidiendo pasar a vivir a Mahón.
¿A qué se dedicó?
Como siempre, a trabajar. Mientras fue payés, solía bajar al puerto por si tenía la ocasión de ganarse algún jornal cargando o descargando en los barcos o los veleros, que por cierto solían venir algunos entre semanas. Los que le conocieron y trataron saben que mis palabras son ciertas, no me mueve mi condición como hijo, pero mi padre fue un hombre muy especial, infatigable, con tal de aportar un buen jornal para los suyos, eran muchos los gastos a cubrir, alimentos, vestimenta, que por cierto la ropa pasaba de unos a otros, de estar enfermos las visitas a los médicos, medicamentos y un sinfín de zapatos. Mi madre solía lamentarse de que a los pequeños de la casa los pies les crecían de un día para otro. Ella siempre intentó ir a la par del esposo, quitándose lo que fuera con tal que a nosotros no nos faltase nada, especialmente lo básico.
¿Llegó a entrar como portuario?
Tras hacerle qualque traveta, lo logró. Él y Carlos, al que todos llamaban es vasco, fueron los primeros en manejar los populares Toros, aquellas carretillas que tanto aliviaron el cargarse sobre las espaldas, exagerados pesos, que hubieran dejado exhaustos a cualquiera y que él jamás demostraba cansancio alguno. Ni tan siquiera se quejaba cuando por la noche regresaba a casa con profundas ulceras sobre los hombros causados por haber faenado toda la jornada con sacos de cemento, material nefasto para las heridas, mientras mi madre intentaba curarlo, el repetía acompañado de una amplia sonrisa? açò no és res, demà ja estarà ben bo.
Prosiguió Biel hablando de los trabajos a destajo, unas veces vaciando frente la fabrica de harina de D. Pedro Bosch, la popular Minerva, junto a dos compañeros, un cargamento de un velero, con un ritmo frenético bajando a la bodega atravesando el muelle. Apilando los sacos y cada uno de ellos era subirlo más arriba, una feina de negres. Tampoco olvido, las veces que lo vi tan negro como el Rey de Oriente, tras haber descargado infinidad de sarrias de carbón. A veces me pregunto cuántas horas debían dormir mis padres. Mi madre frente la pila de lavar, tender, zurcir, preparando comida mientras tanto iba criando hijos, llegaron a tener 16, de ahí que bautizaran a mi padre como en Biel es xorc.
En 1970 entró como portuario en la compañía de la Trasmediterránea.
¿Cuándo se empezó a dedicar a los caballos?
Sería 1975, junto a sus compañeros, Antonio Bauer, Cristóbal Carreras de sa sínia des pobres, Tolo Mangado. Este último en uno de sus viajes a Mallorca, adquirió un caballo con la idea de formar una peña a la que llamaron Sa penya del Norte.
¿Recuerdas cómo se llamaba aquel caballo?
Por supuesto, Safari, hijo de Oscar C II y Divisa D'or. Muy querido por mi padre y toda la familia, con el mismo participó en Son Pardo. Al disolverse la peña, Safari pasó a ser de su propiedad y de este servidor. Su segunda adquisición fue Carlina B.
Debo reconocer, sin fanatismo, que mi padre disponía de grandes cualidades para la doma, su paciencia y su talento eran de admirar.
¿Habéis continuado los hijos con la misma afinidad?
Nueve llegamos a participar en el Hipódromo Mahonés, para él era un verdadero orgullo, había sido el artífice de que nos encontráramos todos unidos por una misma afición. Desde siempre nos había inculcado un gran amor a la vez que un autentico respecto a los caballos, mientras nosotros admirábamos su trabajo, bien hecho, repito, con paciencia.
Actualmente, son 6 los hijos que continúan, junto a 4 nietos. Ellos son Toni, Eduardo, Agustí y Biel Orfila Torrents. Miquel Carreras Saura, cunyat nostro, y su hija Vanesa, debiendo añadir a mis 3 hijos.
Una vez legalizada La Peña del Norte, la más antigua de la isla, a la vez que familiar, cada uno es poseedor de su caballo. Es un orgullo el lucir todos la camisa azul con letras blancas, tal cual él vistió
Debo añadir, que lo tengo presente por el puerto, a la vez que en el bar La Marina, donde el matrimonio pasó 4 años, sin olvidar a los más pequeños de la familia, junto a los padres, intentando ayudar haciendo sus pinitos como camareros.
Biel Orfila Pons se abandonó a los brazos de la muerte, una vez haber diagnosticado a una de sus hijas un mal incurable, no pudo ni supo ni deseó afrontarlo, la pena lo invadió y fue recibido por su Dios el 21 de agosto del 2001. 7 meses después se reunió con su niña del alma, la que el tanto había admirado y aplaudido en su querido Hipódromo Mahonés, junto al resto de su familia, familia a la que admiro por su unidad, especialmente a Ana, su viuda, que jamás está cansada, siempre dispuesta a ocuparse de unos y otros, con los nietos, frente al calor de su cocina preparando mermeladas y antiguas recetas, tal cual hacían ataño nuestras abuelas.
Per molts d'anys, Ana, sempre seré una admiradora teva.
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