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Esta semana se ha juzgado en la Audiencia de Palma al asesino de Elisabeth Pimentel, la primera mujer víctima mortal por violencia de género en Menorca. Su muerte estuvo precedida por una vida marcada por los malos tratos por parte de su marido, ayer declarado culpable por el jurado popular y pendiente de sentencia. Sufrió agresiones graves al menos en dos ocasiones y, según se ha demostrado en el juicio, era objeto de un control absoluto por parte del hombre, en una actitud de dominio machista.

Las circunstancia de su muerte, en una nave del polígono industrial de Ciutadella, la relación con las drogas, y su nacionalidad -era venezolana- quizás han reducido el impacto social de su muerte en la Isla. Sin embargo, su caso es paradigmático de hasta dónde puede llegar la violencia ejercida contra una mujer, la protección que recibe cuando denuncia una agresión, y la actitud social respecto de situaciones como las que le tocó vivir.

El jurado popular que ayer dictó el veredicto de culpabilidad nos representaba a todos. El juicio coincide con el 25-N, un día para ser más sensibles ante un grave problema social. Este año vale la pena tener presente a Elisabeth.