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El secretario de Estado de Inmigración del Reino Unido, Robert Goodwill, anunció ayer la construcción de un muro de cuatro metros de altura y un kilómetro de longitud para impedir que los inmigrantes ilegales suban a los camiones que cruzan el Canal de la Mancha desde la ciudad francesa de Calais. Esta medida es una de las actuaciones acordada por los gobiernos británico y francés para frenar el flujo migratorio en este punto fronterizo, donde se concentran miles de personas para entrar en Gran Bretaña.

El Gobierno conservador gastará 2,3 millones de euros en este proyecto. La utilización de cemento resbaladizo dificultará que pueda ser escalado. Este muro es una prueba más de la incapacidad de Europa para frenar los flujos migratorios procedentes de otros países. Razones económicas, políticas y los conflictos bélicos empujan a decenas de miles de personas a buscar un futuro más próspero. La situación desborda a las instituciones europeas. La torpe respuesta de los gobiernos británicos y francés es una prueba de la impotencia para dar respuestas y atajar el problema de raíz. Se necesitan otras estrategias eficaces de cooperación internacional para resolverlo.