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Las declaraciones del cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, a MENORCA l «Es Diari»  han obtenido un amplio eco. Ha sido especialmente comentada la petición de «respeto» en respuesta a los últimos actos sacrílegos ocurridos en España: desde el asalto a la capilla de la Universidad Complutense de Madrid, que se juzgó la semana pasada, hasta el Padrenuestro blasfemo recitado en el Ayuntamiento de Barcelona o la utilización de 242 hostias consagradas para una exposición celebrada en Pamplona. «Hay que reclamar respeto a lo que constituye la entraña misma de la fe cristiana; porque estos hechos evidencian la quiebra moral que padecemos», afirmó  Cañizares.

Debemos avanzar hacia una concepción más respetuosa de la libertad de expresión que no necesite utilizar este derecho fundamental como arma arrojadiza contra las creencias y las ideologías de los demás. Un estado de derecho en el siglo XXI no se entiende sin la libertad de expresión, es cierto, pero tampoco sin la libertad religiosa y el respeto debido a todos los credos. Políticos y gobernantes están llamados a dar ejemplo de esta imprescindible convivencia democrática.