TW

La medicina menorquina está de luto. El fallecimiento del Dr. Antonio Juanico Petrus pone en nuestro recuerdo la figura de un médico cercano, humano, entregado, excelente compañero y gran profesional.

El Dr. Juanico realizó su labor en la Atención Primaria de Área Sanitaria de Menorca. Se inició en el Hospital Geriátrico de Maó. Posteriormente desempeñó su actividad en las unidades básicas de Ferrerías y de Alaior.

Su dedicación al enfermo era absoluta. Estaba viviendo una segunda juventud en el pueblo que le vio nacer. Su actividad se iniciaba de buena mañana en el Centro de Salud Es Banyer. Continuaba con las visitas a los domicilios de los pacientes que no se podían desplazar al centro y hasta entrada la tarde noche no finalizaba su periplo asistencial diario. Un día sí, y otro también. Su prioridad absoluta eran sus pacientes. No existían horarios, ni diferenciaba entre días laborales y festivos. Se puede afirmar que asistió, sanó, alivió y acompañó en la enfermedad a miles de ciudadanos, durante decenas de años.

En su vertiente investigadora acababa de finalizar un riguroso, ordenado, certero y profundo estudio sobre los primeros discípulos de Ramón y Cajal. Durante tres lustros, indagó en las bibliotecas y facultades de medicina de toda España para identificar a los médicos que habían seguido los pasos del maestro. En muchos casos tuvo que contrastar las informaciones con los descendientes de los propios investigadores. Recopiló una vasta colección de documentos destinados a rellenar un espacio de conocimiento del que no se tenía testimonio. Reunió los datos biográficos y los trabajos anatomo-patológicos realizados por los discípulos de Ramón y Cajal divididos en tres etapas a través de los discípulos valencianos, catalanes y madrileños. También incluyó al mallorquín Tomás Blanes Víale, discípulo aventajado del nóbel español.

En formato de tesis doctoral, hace unos pocos meses, defendió sus conclusiones en la Facultad de Medicina de Zaragoza, ciudad en la que se licenció y de la que guardaba un inmejorable recuerdo. Un trabajo inédito, fruto de una laboriosa investigación en el Archivo Histórico Nacional de Madrid y los Archivos de las Universidades de Valencia, Barcelona y Madrid. El tribunal lo validó con un sobresaliente.

El Dr. Juanico, tal como le conocíamos, era la memoria viva de un médico de pueblo. Entregado, con una mentalidad exquisita de servidor público, accesible y siempre dispuesto a ayudar al que lo necesitaba. Su profesión y sus pacientes eran su vida.

Con frecuencia compartíamos informaciones que pudieran ayudar a sus pacientes. Hace dos semanas, hicimos lo mismo con el artículo de «El País» que recordaba el papel del Dr. Rafael Méndez, singular discípulo del mismo Cajal, que tras iniciarse en la medicina en 1922, en una promoción de más de 500 alumnos, jugó un papel trascendente en la política nacional de la década de los años 30.

Los que tuvimos la suerte de tratar al Dr. Juanico, de compartir largas horas de trabajo con él, nos impregnaba se sus vastos conocimientos y de su humanismo.

Junto a sus doctos conocimientos, fue un maestro de las actitudes. Discreto, sencillo, un gigante en las actitudes que tanto le cuesta mantener a una profesión en plena transformación. Un verdadero catedrático de la medicina humanista.

Le vamos a echar de menos. Vaya con él nuestra gratitud y reconocimiento. Descanse en paz.