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"Tiquismiquis
i pegamocos"

Son dos tribus acomodadas, que comparten hábitos culinarios y juergas. Son competidores natos, con objetivos claros en sus labores de saqueo lucrativo, ubicado en la política nacional. Habiendo sido adiestrados en las artes del tiovivo sacacuartos, erigieron sendos imperios con imperativos represivos para futuros improbables de libertad.Los Tiquismiquis levantaban el puño en sus actos electorales y entonaban cánticos revolucionarios para llenar sus talonarios con las urnas populares. Los Pegamocos, ejemplares y proporcionados, no son demasiados, están mejor armados y cuentan con cuentas suculentas en bancos y multinacionales consolidadas, su delirio es tener más y más, su pánico perder el beneficio acumulado.

Obligados a entenderse por imperativo legal, firmaron paces intermitentes y apañaron España, desde el Parlamento al Consistorio, para convertir la fiesta en un velatorio. Los Tiquismiquis, cuando ganaban, se desempuñaban y hacían gala de silencios comprometidos con financieros inmobiliarios, llenando las promesas con hipotecas y los compromisos con pisos. Los Pegamocos, fieles a sus tradiciones, no hacían menos traiciones y cuando sentaban sus reales posaderas en los escaños del poder, devoraban a quien les pretendiera mover.

El tiempo fue pasando y se fueron mimetizando. Los programas y los discursos eran tan parecidos que muchos Tiquismiquis actuaban como Pegamocos y viceversa. Con habilidades compartidas y talantes diferentes llenaban de decepción las aspiraciones más loables y los esfuerzos más resignados de los ciudadanos. Unos y otros hacían gala de prepotencia y despilfarro, el amiguismo ensuciaba la amistad y el interés personal menospreciaba el beneficio social, aunque ellos afirmaban lo contrario.

Gastaban sus Señorías aires y gestos de preocupación, haciendo gala de estadísticas y porcentajes que ponían en evidencia la ineficacia de sus chantajes europeizantes. Leen declaraciones soberanas, dictadas por países acreedores, que nos hacen a todos deudores de su embustera gestión de expolio y malversación.

Ya tan iguales en casi todo, no hay modo de distinguir un Tiquismiquis de un Pegamocos, alardean de ser muchos, pero en realidad son pocos. En la actualidad se pasean por la tele y las portadas, disimulando ser servidores públicos, cuando en realidad son acusación privada contra la colectividad desorientada. Expanden un temor incendiario en cada telediario, pero nunca dicen la verdad y no se avergüenzan por su desfachatez e iniquidad. A ellos no les importamos un carajo, que quede claro.

Arrastrados por su propia ambición y codicia, no dudan en lamer el caramelo del camelo y chupar las tetas de las tretas. Especialistas y profesionales de triquiñuelas y engaños indescifrables, juegan con la muñeca hinchable de la Economía nacional, sin gracia ni erotismo, con un mal gusto pornográfico que queda reflejado en cada gráfico de la evolución democrática que se han dignado capitanear con poco sacrificio y mucho vicio descontrolado.

Tiquismiquis y Pegamocos, qué más da, en el fondo son iguales ante la ley, es decir, intocables. Pero siempre es bueno recordar que siempre da más el que menos tiene y que cuando los ricos lloran es que nos quieren ahogar. Ya va siendo hora de que aprendamos a nadar o nos comerán los tiburones sonrientes y "bienpeinaos" que vacilan de saber lo que queremos e imponen la voluntad de los mercados financieros. Al loro!
Gabriel Cardona
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