Toni Salas. Es todo un experto en el mítico modelo de la firma francesa, un coche del que dice que ofrece una sensación de conducción «muy diferente | Josep Bagur Gomila

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Los coches clásicos no pasan de moda. Y entre todos ellos, parece que el Renault 5 GT Turbo ocupa un lugar especial para los amantes de los automóviles con solera. En Menorca, que se sepa, existen cinco ejemplares de ese modelo, de los cuales tan solo dos pisan la carretera de vez en cuando. Uno de ellos es de Toni Salas, un auténtico fan de ese vehículo. Lo suyo es «pasión... Siempre me han gustado los coches míticos», confiesa este aficionado también al mundo de la mecánica.

Su pasión es tal que cuando descubrió un Renault 5 GT Turbo en Ciutadella con la pegatina de coche abandonado movió cielo y tierra hasta que logró dar con su dueño. Corría el año 2007 y consiguió comprar el mítico automóvil y tras una reparación básica lo desmontó pieza por pieza. Los cuatro años siguientes los pasó restaurando esa joya de la automoción, que cuenta con no pocos fans en toda Europa. «Mi idea era pintarlo de color verde cava, pero mi mujer me dijo que si lo hacía no montaría en él», recuerda entre risas. Al final, se decantó por su color original, el blanco, para este modelo que salió de fábrica en 1988.

Lo curioso es que éste no es su primer R5, ya habían pasado por sus manos otros tres coches de ese modelo de los que disfrutó y posteriormente vendió. Dice Salas que sentarse frente al volante de ese automóvil ofrece «una sensación diferente de conducción, para mí es casi como llevar un kart». Cabe recordar que se trata de un vehículo que siempre se le ha tachado de peligroso. Se corrió la voz de que el turbo del coche saltaba al reducir en las curvas. «Todo el mundo sabe que se trata de una falsa leyenda», explica Salas.

Pero la pasión de este aficionado va más allá de un modelo, la marca también cuenta. Y ese sentido este coleccionista es una apasionado de la firma francesa Renault. «Soy muy fiel a la marca», confiesa para a renglón seguido reconocer que también guarda como oro en paño en su garaje un R12 de 1971 que era de su padre y el coche que éste todavía conduce, un R21 del 1988 que sigue «intacto».

Los coches son su mayor afición, a veces un poco cara, reconoce. «Con internet no suele ser difícil encontrar repuestos pero muchas veces cuestan más los portes que la pieza en sí», concluye.