Radar móvil de la Guardia Civil en Palma. | A. SEPULVEDA

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Desde hace un par de años la Dirección General de Tráfico dispone de otros dos radares que maneja la Guardia Civil, uno más de los que tenía a su disposición el Instituto Armado con anterioridad.

Los dispositivos móviles se sitúan, preferentemente, también en la carretera general, entre Maó y Ciutadella, en la de Maó a Cala en Porter (Me-12) y en la de Maó a Fornells (Me-7), según la información servida por la Dirección General de Tráfico. Están operativos en la temporada estival y ocasionalmente el resto del año, en función de los efectivos disponibles.

Uno de los dos radares está instalado en un coche reconocible de la Guardia Civil, aunque este mismo aparato también se sitúa en otras ocasiones, en otro vehículo camuflado de la Benemérita.

En cuando al otro cinemómetro móvil, el más novedoso, es uno de los denominados velolaser que funciona por sistema bluetooth y permite que el aparato esté situado sobre un trípode o una bionda de la carretera para captar al infractor. El dispositivo recoge la información del vehículo en cuestión y la transmite al instante a los guardias civiles situados, aproximadamente, un kilómetro más allá de la dirección que sigue el vehículo. Cuando este llega a su altura, le dan el alto, le muestran la información del radar que registra el exceso de velocidad en el que ha incurrido y le extienden la multa.

El año pasado los radares móviles captaron a numerosos infractores en la temporada estival, sin que la DGT precise el número. La ubicación desconocida, alejada de los cuatro radares fijos, y las horas en que se movilizan, normalmente, de dos a cinco de la tarde y de siete a diez de la mañana cuando no suele haber congestión de tráfico, hace que muchos conductores se lleven la sorpresa.