La parte privada del Llatzeret ocupa una superficie de algo más de siete hectáreas catalogadas como suelo rústico protegido.

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Todo hacía pensar que la adquisición de la parte privada del Llatzeret iba a ser un camino de rosas para el Consell insular, pero la cosa se ha complicado. Las algo más de siete hectáreas de suelo rústico protegido propiedad de la sociedad explotaciones Menorquinas SL habían salido a subasta con un precio de salida de 67.335,60 euros y un valor de tasación de casi 135.500 euros. Parecía que no había incentivos para que inversores privados pujaran por unos terrenos sin perspectivas de desarrollo sobre los que, además, el Consell tiene derecho de tanteo –puede igualar la mejor oferta–; sin embargo, en un giro inesperado de los acontecimientos, la subasta se ha cerrado con un único postor, cuya identidad no ha trascendido, que ofrece nada menos que 981.751,59 euros.

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Esta puja, por un importe que supera en mucho el valor de mercado de los terrenos, desbarata, al menos inicialmente, los planes de la institución insular, que calculaba que entre el valor del suelo y las cargas que pesan sobre la propiedad, podría hacerse con este espacio por entre 200.000 y 300.000 euros, una inversión para la que ya contaba con financiación a través de fondos europeos. El procedimiento, que está en mano de los juzgados, no se ha cerrado y hay que esperar a ver si se trata de una oferta real o de una maniobra dilatoria para impedir que la institución se haga por la vía rápida con los terrenos.

Preguntada ayer por el nuevo escenario, desde la institución insular aseguraron que no piensan igualar una puja que ven «desorbitada». Están personados en el proceso judicial que busca resarcir las deudas de la sociedad propietaria y recuerdan que también tienen derecho de retracto sobre los terrenos, es decir, que en una posterior venta tienen que ser informados y cuentan con la potestad de igualar la cantidad que compraventa que se acuerde. Además, aseguran estar tranquilos porque el islote, sobre cuya parte privada pretendían diseñar itinerarios para poner en valor su valor ambiental y etnológico, están protegidos contra cualquier tipo de desarrollo urbanístico.