Un pasillo demasiado estrecho divide las hileras de jaulas en el interior. El centro se construyó con los criterios de otra época. | Gemma Andreu

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La Protectora d’Animals de Maó ha solicitado al Consell que reactive el proyecto de construir un nuevo centro de acogida para perros y gatos abandonados con mejores equipamientos que el actual, situado en el polígono, y con un diseño en consonancia con la nueva sensibilidad y la legislación vigente, que mejore las posibilidades de rehabilitación de los animales y por tanto sus opciones de ser adoptados.

El convenio que se firmó con el Consell para construir una nueva perrera -con el anterior equipo de gobierno de izquierdas-, ya caducó, por lo que ahora la entidad sin ánimo de lucro busca recuperar ese acuerdo y además, ha puesto ya sobre la mesa dos posibles ubicaciones. El departamento de Cooperación Local del Consell debe ahora trasladar esa propuesta de la Protectora al Ayuntamiento de Maó para que este decida su viabilidad y la disponibilidad de los terrenos.

Proyecto en el olvido

La idea de crear un nuevo centro de acogida se planteó hace años. En 2018 el Consell anunció su intención de llevar adelante la inversión y en 2019 comenzó la búsqueda de parcelas. La primera se planteó en Trepucó y chocó con la oposición vecinal, mientras que la segunda, junto a la carretera del aeropuerto, tampoco llegó a aprobarse porque al estar en suelo rústico requería una modificación del Plan General y además carecía de la necesaria dotación de servicios de agua y electricidad.

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Dos canes miran al exterior desde sus jaulas, orientadas hacia la entrada del recinto, lo que provoca reactividad. | Gemma Andreu

Después vino el silencio político y administrativo, el proyecto cayó en el olvido salvo para la Protectora, cuyos voluntarios y voluntarias gestionan el centro de acogida y afrontan a diario las dificultades para cuidar a los animales que sufren el abandono y en ocasiones el maltrato antes de acabar en el refugio.

En el centro tienen un techo, reciben alimentación y tratamientos veterinarios, así como el cariño y los paseos que les proporcionan los voluntarios, pero el objetivo es la reeducación y la adopción, algo a lo que no contribuye el espacio actual.

Sacrificios, prohibidos por ley

A diferencia de cuando se construyeron centros antiguos como el de Maó -la nave de los perros pese a la mejoras realizadas está obsoleta-, en la actualidad el sacrificio es cero, la Ley 7/2023 de Protección de los Derechos y el Bienestar de los Animales prohibe expresamente la eutanasia de animales sanos.

«La perrera está pensada con criterios de hace 50 años y entonces a nadie le importaba lo que pasara con los animales, se sacrificaban muchos», afirma la directora del centro y secretaria de la Protectora de Maó, Marga Pons. Añade que las instalaciones «no están pensadas para la rehabilitación, que es lo que hace falta» y que el cambio ya no puede esperar más.

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La directora del centro, Marga Pons, con uno de los perros acogidos.

«Es necesario salir de aquí, es un agujero, sin servicios ni recogida de fecales, hay poco más de un metro entre las jaulas», explica, la hilera orientada al norte «las jaulas no se secan nunca, miran a la puerta de entrada y los perros cuando ven gente reaccionan». En esas jaulas están los perros más fuertes y jóvenes, y en las orientadas al sur se coloca a los canes más timoratos o débiles. A pocos metros está la gatera, que también les excita, y los ladridos a su vez generan miedo en los gatos.

«Ya es hora de que los animales tengan un sitio en el que se les garantice un poco de paz para su rehabilitación y que no tengan reactividad», apunta Pons, «lo necesitan para poder ser adoptados». Actualmente el centro acoge a diez perros y cuarenta gatos. Los voluntarios organizan turnos para poder sacar a los canes a pasear, pero no hay distancia suficiente entre las jaulas para garantizar la seguridad.

El centro de acogida tiene 4.300 metros cuadrados (aunque por su forma realmente se usan 2.500) y está en una hondonada, en el polígono de Maó, junto al supermercado Mercadona.

El apunte

Con una lluvia torrencial «se ahogarían todos, no hay salida»

La experiencia de las voluntarias que se trasladaron a Valencia, a ayudar a otras protectoras afectadas por la DANA, ha dejado un fuerte impacto en la entidad de Maó. «Si aquí lloviera la mitad de lo que cayó allí se ahogarían todos los animales, no hay salida», asegura la presidenta de la Protectora d’Animals.

Joana Carreres subraya que «esta situación es peligrosa, es necesario y urgente cambiar de ubicación», el centro está en un terreno hundido y ya hubo que hacer reformas porque en la entrada se formaban balsas de agua. Y Menorca ya vivió una DANA en agosto de 2024.