Josep Bondia, a la derecha, muestra las gambas que capturó el 19 de diciembre, último día que salió al mar. | Gemma Andreu

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La reunión celebrada el pasado jueves entre la secretaria general de Pesca, Isabel Artime, y la Federación Nacional de Cofradías de Pescadores se saldó únicamente con la convocatoria de una serie de ayudas económicas para financiar el cambio de los copos —parte final de las redes de pesca—, a todos los arrastreros que trabajan en el Mediterráneo.

Este fin de semana la localidad alicantina de Santa Pola debía acoger una nueva reunión entre los representantes de las cofradías mediterráneas para comunicar los resultados de las negociaciones con el Ministerio, pero finalmente ha sido desconvocada al no haberse alcanzado acuerdo alguno con la Administración.

Así pues, el martes día 7 los representantes de las cofradías se verán las caras de manera telemática con la secretaria general de Pesca para tratar de encontrar alternativas a las restricciones del plan de pesca propuesto por la Unión Europea, que amenaza con dejar únicamente 27 días hábiles en todo el año 2025 para pescar.

Esta situación ha generado una incertidumbre por la cual arrastreros menorquines como el «Ciutat de Maó», del pescador Josep Bondia, no saldrán al mar hasta que se acaben de concretar los requisitos y restricciones para el nuevo año.

¿Cómo ha arrancado este 2025? ¿Ha cambiado algo su situación?

—Llevamos parados desde el 19 de diciembre, el último día en el que pudimos capturar gamba. Ha habido varias reuniones desde la celebración del Consejo de Ministros en Europa porque son tantas las regulaciones y requisitos que se exigen... Partimos de una base de 27 días disponibles para trabajar, los cuales se amplían con el cumplimiento de cada requisito. Pero es inasumible. No lo podemos hacer porque nos arruinamos.

El principal requisito sería el cambio a copos de 45 y 50 milímetros. ¿Alivia algo que el Ministerio lo vaya a financiar?

—Nada. Cambiar las mallas cuesta 2.000 euros. Ese dinero no es nada, no lo queremos, no queremos ayudas económicas. Queremos que nos dejen trabajar.

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De llegar a cumplir los requisitos, ¿cuántos días creen que podrían salir a pescar durante el año?

—Lo hemos calculado a grosso modo y en nuestro caso creo que podríamos llegar a los 100 días. Pero no tiene sentido: no sabemos a qué estamos jugando si ponemos las mallas grandes —las nuevas con los copos de 45 y 50 milímetros— teniendo ya reducida a 6.800 kilos la cota de captura de gambas. Se trataría de una pérdida de rendimiento del 40 por ciento para nuestra empresa si lo comparamos con el último año. Llevamos cuatro años reduciendo los días de trabajo más de un 10 por ciento por año siguiendo el Plan de Pesca. Ahora llega el quinto año, en el que nos tenían que dar unas nuevas directrices, y nos han tirado un cubo de agua fría que nos ha dejado en shock. Esto también llevará a la ruina a los pescadores de Palamós, pese a tener ya las redes adaptadas.

¿Por qué los arrastreros de Palamós ya tienen los copos que pide Europa?

—Ellos también pescan gamba y está muy bien valorada en el mercado, pero lo hacen de una manera diferente a la nuestra. Ellos pescan en Els Clots, una zona con mucha gamba grande, que es el producto que buscan. Con sus mallas, la gamba pequeña se les escapa, pero realmente ya les va bien capturando la grande. En cambio, nosotros pescamos en Els Plans, donde hay mucha gamba pequeña y poca grande. Por tanto, la mayoría se va por el copo y reduce nuestra captura.

Entonces, el Plan de Pesca no estaría atendiendo a particularidades territoriales, como podría ser esta de Menorca.

—Se está aplicando de forma incorrecta. Tendríamos que entrar en este tipo de negociaciones con la UE si el medio marino estuviese en malas condiciones, pero no es el caso aquí. Nosotros embarcamos a un biólogo del Instituto Español de Oceanografía (IEO) dos días cada mes para tomar medidas, controlar a dónde vamos... pero parece que no sirve de nada. Europa no se lo mira, sino que se fija en estudios de hace diez años. Es tan sencillo como coger el histórico de capturas y ventas porque todo lo que pescamos pasa por la lonja. Ahí es muy fácil preguntar a los biólogos y pedir notas de venta. Estamos totalmente controlados.

¿Cree que se puede acabar encontrando una solución?

—Mi deseo es que nos dejen trabajar. La gente no aceptará estas exigencias porque es muy complicado. Por ejemplo, a nosotros ya nos hacen parar de por sí seis semanas. Ahora querían añadir otra veda de cuatro semanas. ¿Pero qué pasa con el personal? No puede tirar del paro porque ya lo estamos estirando desde hace cuatro años. Cuando pides la ayuda económica al gobierno autonómico, esta no llega hasta el año siguiente. No nos sirve porque yo no sé dónde estaré entonces. Tenemos un barco moderno, hemos realizado muchas inversiones para tenerlo al día y siempre hemos cumplido con el reglamento. Soy la sexta generación de pescadores de mi familia y estoy seguro de que seré la última.

El apunte

El 1 de mayo, fecha límite para empezar a aplicar las medidas de sostenibilidad

Según el Plan Multianual para la Pesca en el Mediterráneo Occidental, nombre técnico que recibe el conjunto de doce requisitos que exige la Unión Europea a los arrastreros, estos tienen hasta el 1 de mayo para aplicar las medidas. Por lo tanto, existe un margen de cuatro meses para completar todos los cambios solicitados por Europa. Sin embargo, la realidad parece bien distinta. «Desde la Federación y el Ministerio nos preguntan qué requisitos adoptaremos y la gran mayoría de nosotros ya hemos dicho que ninguno», afirma Bondia. «No sabemos lo que nos toca. La Administración nos ha dicho que aplicando estos requisitos estamos salvados y podremos mantener los mismos días del año pasado, 130», explica el patrón del «Ciutat de Maó», quien tras calcularlo con su equipo cree que como mucho podría llegar a los cien días.