El voto de los 21 concejales de la corporación será secreto y deberá depositarse en una urna. | Josep Bagur Gomila - Josep Bagur Gomila

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El voto secreto en la sesión de mañana, «impuesto» -según la izquierda- por la alcaldesa en la junta de portavoces, alimenta estos últimos días la opción que un inesperado acto de transfuguismo haga fracasar la moción de censura en Ciutadella. Algunos comentarios deslizados informalmente por cargos públicos y orgánicos del PP acrecientan la sospecha.

«Sigo pensando que Juana Mari Pons seguirá de alcaldesa», dijo hace unos días el propio presidente del Consell, Adolfo Vilafranca, apelando a la «dignidad» de los concejales de izquierda.

«Que cada cual vote según su conciencia», añadió ayer la todavía alcaldesa, quien justifica así que rechazara la petición    de los grupos de la oposición para que el voto sea público. «Siempre se ha votado así en las sesiones de investidura y facilita que se pueda votar mejor en conciencia».

Ahora bien, Juana Mari Pons asume que la opción de un voto tránsfuga «es solo un deseo, que me comparten estos días personas de todas las ideologías, dentro y fuera del ayuntamiento».

La alcaldesa saliente niega que se esté maniobrando de forma oculta para conseguirlo. «Ni lo hago ni lo haría nunca. Sería feo. Cada cual debe poder decidir libremente su voto», apunta.

Desde el PP recuerdan el precedente de la doble dimisión en febrero de Carol Cerdà y Pedro Capó en el PSOE, que renunciaron a seguir como ediles, entre otros motivos, por no estar conformes con la moción de censura.

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El temor ha llegado a comentarse internamente en algunos de los grupos que promueven el cambio en el gobierno municipal, pero no se le da crédito alguno. La secretaria general del PSOE, Sandra Moll, lo atribuye a «un intento de manipulación del PP».

Lo cierto es que no valen abstenciones. El artículo 197 de la Ley Electoral deja claro que se requieren los once votos de PSOE, PSM y Ciutadella Endavant. Para que la moción de censura prospere y Llorenç Ferrer quede proclamado alcalde hace falta «el voto favorable de la mayoría absoluta del número de concejales que legalmente componen la corporación». Nadie puede fallar.

La oposición llama a un relevo tranquilo y sin crispación

Las portavoces de los grupos de izquierda coincidieron ayer en hacer una llamada a la calma ante la sesión de mañana, para que no haya crispación. «Nos queremos expresar en paz», dijo Maria Jesús Bagur (PSM), deseosa que el pleno «se desarrolle con la máxima normalidad posible». De hecho, las intervenciones que preparan evitan la confrontación y el reproche.

Con ese mismo ánimo, aseguran, se consensuó y presentó a la junta de portavoces el documento con doce puntos sobre cómo debía desarrollarse la sesión, «solo para ayudar y facilitar el trabajo a la mesa de edad», insiste Bagur.

La propuesta se basa en lo dispuesto en la Ley Electoral y el Reglamento Orgánico (ROM), que ya fijan intervenciones cortas, que se advierta o expulse a quien «perturbe» -«lo que no implica propiamente que pidamos protección policial»- y otorgan la presidencia a la mesa de edad. Principal motivo por el que proponían que Juana Mari Pons no ocupase su asiento habitual en el Salón Gótico.

Pero no habrá silla vacía. Aunque la sesión la presidan las concejalas Esperança Juaneda (PP) y Carla Gener (CE), Juana Mari Pons volverá a ocupar el asiento reservado a la alcaldesa hasta el mismo momento en que se comunique el recuento y Llorenç Ferrer sea investido nuevo alcalde. «No nos pelearemos por eso. Puede que algunos tengan ganas de hacerlo, pero nosotras no», remarcó Bagur.

«La propuesta buscaba colaborar -precisó también Sandra Moll (PSOE)- pero la alcaldesa prefirió no tenerla en cuenta e imponer su criterio. No ha habido falta de respeto ni mala intención». La portavoz del PSOE ve normal que el pleno despierte «gran expectación. Algunos querrán mostrar su desacuerdo y otros, darnos su apoyo, pero no tengo duda que habrá respeto y no hará falta la intervención policial».

El PP se vuelca con Juana Mari Pons y provoca un ‘frenesí’ en sus últimos días

El PP ha tratado de arropar al máximo a su alcaldesa desde que se presentó la moción de censura, lo que se ha traducido    en una crítica continua a la izquierda por su decisión y en un ir y venir de consellers y comparecencias durante los últimos días. Juana Mari Pons niega que en este ‘frenesí’ mediático se haya dedicado a «vender lo mismo que ya se conocía, porque no es así. Hemos firmado el convenio para la pista de atletismo, presentado las mejoras en el Canal Salat y anunciado tanto la ampliación de la depuradora sur como la licitación del centro de FP. Sin la moción lo hubiésemos anunciado más adelante, sí, pero son resultados de nuestra gestión». También ha seguido reuniéndose con entidades y vecinos para explicarles varios de los proyectos en marcha,