Julián Rodríguez participa de forma habitual en muchos concursos en los que ha conseguido numerosos premios.

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Julián Rodríguez, nacido en Asturias en 1984, será el juez del concurso morfológico de vaca frisona en la Fira del Camp de Alaior, un evento que él ya conoce muy bien. El asturiano estuvo como pelador (preparador de las reses) en varias ediciones hace unos años y recuerda quedarse asombrado cuando descubrió el nivel que posee el ganado isleño y la participación con la que cuenta la feria.

«Creo que el concurso de la Fira del Camp está entre los mejores de toda España, destacando la calidad de los animales y el número de asistentes. Hay pocos eventos de este tipo en la Península en los que se lleguen a apuntar 150 reses», afirma.

En su día, Rodríguez realizó el Curso de Incorporación de Jóvenes a la Empresa Agraria para, posteriormente, incorporarse a la ganadería familiar, Casa Flora. Durante los primeros años compaginó el trabajo en este espacio con la preparación de animales para concursos para otras ganaderías.

El asturiano obtuvo el título de Maestro Criador en 2006 y 2019, y participa de forma habitual en muchos concursos, tanto nacionales como internacionales, donde ha conseguido numerosos premios.

Participó como juez aspirante en la Jornada de Reciclaje y Unificación de Criterios de Jueces de Raza Frisona Conafe 2023 y fue ayudante en pista en la 40ª Escuela de Jueces Ganaderos celebrada en Galicia el verano pasado, estrenándose como juez oficial de Conafe en el Concurso-Exposición de Ganado Vacuno celebrado en Asturias el pasado octubre.   

Altas expectativas

Precisamente porque ya conoce el nivel que existe en Menorca, Rodríguez llega a la Fira del Camp sabiendo que valorar al ganado no será tarea fácil. «Va a requerir de gran concentración y conocimiento porque lo que marcará la diferencia para quedar en los primeros puestos será los pequeños detalles», apunta.

El juez tendrá que valorar características morfológicas como la estructura, las patas, su movilidad y, sobre todo, el sistema mamario, la ubre, un elemento muy ligado a la rentabilidad del animal. «Hay un modelo de vaca que es el que marca Conafe. Los jueces nos reunimos una vez al año para valorar estas características pero, básicamente, lo que se busca es que una vaca tenga una muy buena ubre, buenas patas, que sea un animal grande, ancho, con costillas separadas. En definitiva, una vaca funcional y equilibrada», explica.

Y es que todos estos atributos influyen en la longevidad y la productividad de las reses que, al final, es lo que busca cualquier ganadero: animales que sean productivos y resistentes. Por eso se realizan estudios con los que se consigue mejorar la morfología de la raza.

El hecho de que el ganado sea más fuerte, facilita el trabajo en un sector con constantes dificultades. «Los ganaderos tenemos problemas comunes, pero también están los propios de cada zona. Aún así, desde pequeño soñé con ser ganadero. Siempre lo tuve claro a pesar de saber que iba a ser una labor de 24 horas durante todos los días del año», concluye.