Fue en marzo cuando empezaron a llegar los primeros refugiados con la esperanza de volver pronto a su país. «Al principio no nos creíamos que iba a haber una guerra en pleno 2022, pensábamos que iba a ser una amenaza temporal y que en un par de semanas podríamos volver a Ucrania», explica Aleksandra Ocheretiana, una madre soltera que llegó a Menorca junto con su hija en abril.
Ya han pasado ocho meses desde que estalló la guerra en Ucrania y los refugiados en la Isla se enfrentan, desde entonces, a muchos problemas. «Ni ellos ni las familias de acogida han recibido las ayudas económicas que se anunciaron por parte de las administraciones», denuncia Daria Iegorova, ucraniana residente en Menorca desde 2017. «Nadie sabe nada y siempre hay mucha espera burocrática», añade.
A medida que las personas ucranianas van llegando a la Isla huyendo de la guerra acuden a la Policía Nacional para activar la protección temporal y obtener así los permisos de residencia y empleo. Todas ellas, excepto una que está muy enferma y menores, han estado trabajando con contratos temporales que, en su mayoría, ya han finalizado. Es el caso de Aleksandra Ocheretiana, que aún siendo directora de estilismo en Ucrania ha trabajado como camarera durante la temporada de verano.
«Es muy difícil adoptar una vida normal aquí y necesitamos encontrar una solución», lamenta Aleksandra. Los refugiados ucranianos, en su mayoría mujeres y madres con hijos, aseguran que están muy agradecidos por haber sido acogidos aquí pero reconocen que la situación que viven «es muy complicada y estresante». Sobre esto Daria recuerda que «la guerra todavía existe y parece que nos hemos olvidado, los refugiados necesitan que las administraciones faciliten información y cumplan con los compromisos».
Fraternidad y solidaridad
A la fraternidad de las familias residentes de Menorca que abrieron las puertas de sus casas para acoger a los ucranianos se suma la solidaridad de un grupo de voluntarios ingleses que, desde que empezó la guerra en Ucrania, empezaron a recolectar ropa de invierno, alimentos y enseres de casa para hacerlos sentir cómodos e integrados. «Hacemos esto porque no hay nadie con autoridad aquí que tenga responsabilidad sobre los refugiados», aclaran.
También crearon un grupo de Whatsapp con ellos para saber qué necesitaban y conseguirlo. Cuenta Aleksandra que «a algunes les facilitaron almohadas porque usaban toallas enrolladas como cojines». Cada dos semanas se reúnen en un almacén del polígono de Maó cedido por la empresa náutica Clearwater Marine y allí los voluntarios entregan a los refugiados ucranianos todo lo que precisan para vivir. «Están recibiendo ayudas particulares de la sociedad civil, si no fuera por esto y el apoyo de las entidades sociales estarían desamparados», confiesa Daria. Por esto, declara, «hemos pensado en crear una asociación de ayuda a ucranianos para que haya una persona jurídica con poder que actúe de intermediario y solicite información y ayudas».
Los menores, los más afectados a nivel psicológico por la guerra
La guerra ruso-ucraniana puede tener graves consecuencias a largo plazo en la salud mental de los menores, advierten desde la organización Mental Health Europe. Numerosas investigaciones confirman el impacto que tienen los conflictos bélicos en el desarrollo y bienestar de los niños y jóvenes, al presenciar esos episodios y ser separados de sus familiares. «Desde que llegamos estamos aprendiendo a vivir una nueva vida aquí para mantener a nuestros hijos a salvo», expresa Aleksandra Ocheretiana, «pero es muy complicado», agrega. La mayoría de refugiados ucranianos son mujeres y madres con hijos, y estas últimas son quienes peor lo están pasando tras el exilio forzado. «Hay muchos niños que tienen problemas psicológicos, ataques de pánico y no pueden dormir si no es con medicamentos», aclara Aleksandra. Su hija es una de las afectadas y una de las víctimas de las heridas invisibles de la guerra en Ucrania.
El apunte
La falta de servicios básicos y el frío provocan una nueva oleada de refugiados ucranianos
7 comentarios
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La administración española ha enviado 340 millones a ucrania, la unión europea 16.000 millones y entre todos los aliados más de 70.000 millones en medio año. Nunca es suficiente pero de ahí a decir que son promesas en el aire tampoco.
Mientras tanto, españoles, siguen durmiendo en la calle...
Estando de acuerdo en que se tiene que apoyar a los refugiados y más en este caso, también se debería pensar en tanta gente local, que vive en la Isla, que no llega a final de mes, que tiene que ir a Cáritas o Cruz Roja, que no podrá poner la calefacción porque no podrá pagarla. Bien está que ayudemos a la gente, a todos!!! Pero a los de aquí también, que son los grandes olvidados!!!
Mucha burocracia y promesas en el aire, bienvenidos a España!!
Promesas muchas, que esto vende (...bla, bla, bla,...somos un gobierno que apoya a los necesitados, y...bla, bla, bla). A la hora de la verdad, es mejor soltar el dinero para la defensa del catalán.
Hay gente de aquí que también necesitan a las administraciones y se aguantan. Puede tener razón pero que no se queje tanto…haber como estaría si no hubiese venido, creo que peor, así que….!!!
Nuestros gobernantes no desperdician ninguna ocasión de decepcionarnos. Ni siquiera en casos de clarísima urgencia como éste, son capaces de dar la talla.