El Teatre des Born reabrió al público el pasado mes de octubre, ya en plena pandemia

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Los dos minutos finales del concierto de Rudymentari en el Teatre des Born el domingo han cuestionado los protocolos que establece el plan de contingencia de este espacio municipal en Ciutadella y su ajuste al cumplimiento de la normativa covid. Los instantes finales en los que los asistentes se levantaron, saltaron, bailaron, se abrazaron en algún caso, y corearon la canción ante la impotencia del gerente, los cuatro acomodadores y el responsable de taquilla, han motivado airadas quejas de otros sectores y las críticas de la oposición, y van a provocar la revisión de estos protocolos.

«Haremos lo posible para que esto no se vuelva a repetir, y si hace falta incluir la prohibición expresa de que el público no se puede levantar de sus asientos, lo incorporaremos al plan de contingencia», admitía este martes el gerente, Josep Marquès.

La normativa actual permite un máximo del 50 por ciento del aforo, como cumplió el Teatre ya que en cada concierto se cubrió el 45 por ciento, es decir, 225 personas. Los asientos inhabilitados deben estar específicamente barrados para que no sean utilizados, y los asistentes deben portar las mascarillas permanentemente, como así sucedió en Es Born. Se ha de evitar la aglomeración de personas en espacios comunes, de ahí que las salidas deban hacerse escalonadas.

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Autocrítico, el responsable técnico del espacio cultural, califica como «desagradables» las imágenes que han trascendido, por lo que comprende la indignación de empresarios de los sectores del ocio y la restauración, aunque considera que lo sucedido en este último bis de la actuación «se saca de contexto porque las normas se cumplieron en todo momento».

Los asistentes fueron informados por megafonía de las pautas de seguridad a cumplir, y tras lo sucedido se dieron nuevos mensajes para que la gente se sentara.

Fue en los instantes finales cuando se pusieron de pie un par de personas para cantar y saltar. Los empleados del Teatre les instaron a que se sentaran, como así hicieron, pero poco después se levantó con el mismo propósito prácticamente toda la platea. «Fue una reacción espontánea de un público que era muy joven, y ya no tuvimos capacidad para lograr que se sentaran de inmediato, aunque no duró más de un minuto y medio», reitera Marquès. Añade que nadie se desplazó de su lugar, aunque en las imágenes se ven algunos abrazos entre el público.

La cultura es segura, indica, y lamenta que ese hecho puntual pueda ponerlo en entredicho, «pero es que además ha de parecerlo, y a mí me preocupa mucho, o lo es al 100 por 100 o no hay teatro», señala. Desde el mismo momento en que se dio ese final del concierto, el personal del Teatre sabía la trascendencia que iba a tener la circulación de las imágenes.