Una prórroga de diez días concedida este martes en el último momento por el Juzgado de Instrucción número 2 de Maó, gracias a la mediación de los servicios sociales del Ayuntamiento de Maó, evitó que una familia de cinco miembros, residente en un piso del número 129 de la calle San Manuel, de Maó, fuera desalojada del domicilio y se quedara literalmente en la calle. Mohammadi El Oihaji reside desde hace once años con su mujer y sus tres hijos de 15, 17 y 18 años en la vivienda que deberá abandonar definitivamente el próximo día 28 tras esta tercera prórroga que se le concede.
El hombre, empleado en la planta de tratamiento de residuos de Milà, perdió el juicio por la demanda que le puso el dueño después de que en agosto del año pasado se extinguiera el contrato. «Entonces me dijo que teníamos que salir de la casa, pero yo no he encontrado otra vivienda para mi familia porque cobrando 1.000 euros los mantengo a todos, ya que mis hijos estudian y mi mujer está impedida». Mohammadi no abandonó el piso pese al requerimiento del propietario pero ha seguido pagando cada mes el alquiler de 350 euros.
La demanda se resolvió con la sentencia de octubre del pasado año, y el lanzamiento estaba fijado para el 13 de febrero. Desde entonces, su abogado de oficio, Jordi Jiménez, consiguió dos prórrogas para retrasar la salida del hogar. Ante la situación desesperada de la familia, la propiedad no se ha opuesto a este nuevo receso de otros diez días.
«Yo he pagado cada mes, entonces no entiendo como el juez aprueba que el dueño me eche si cada mes ingresa el alquiler», afirma.
Explica que «soy el único que trabaja en casa, he acudido a Servicios Sociales, pero los alquileres que me ofrecen no puedo pagarlos». La familia recibe el lote de productos alimenticios de Caritas cada mes, pero desconoce qué será de su futuro. «La verdad es que no lo sé, estoy perdido, y me veo en la calle», indica Mohammadi. Servicios Sociales ha mediado recientemente para alquilar una vivienda en Es Castell, «pero el alquiler es alto y me piden dos meses de fianza que no puedo pagar, buscan un inquilino que gane dinero pero yo soy un pobre con muy pocos recursos». Ayer ya había sacado todos los enseres de su casa y los había depositado en un espacio alquilado en Sant Lluìs. «Ahora estos diez días vamos a tener que dormir con los colchones en el suelo, pero al menos seguimos aquí».