Los parquímetros estarán activos hasta el 30 de septiembre | Javier Coll

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Media mañana de este viernes. Puerto de Maó. Aparcar es sencillo. Prácticamente en cualquier zona hay alguna plaza libre. La situación es muy distinta a la misma hora del jueves, cuando dejar el coche requería activar el radar para dar con una vacante. La diferencia de un día a otro es la entrada en vigor, por segundo año consecutivo, de los aparcamientos de pago, en sus modalidades azul, como predominante, y naranja en la parte más occidental del Moll de Ponent.

La medida será vigente durante los cuatro meses centrales de la temporada turística. El año pasado empezó con unos días de demora por las tareas de instalación y activación de los parquímetros. Este año llega puntual, el 1 de junio, como estipula la normativa que lo regula. Ayer por la mañana se podían ver algunos coches que no habían pasado por caja, otros cumplidores y algún conductor con dudas.

En paralelo, y también como el año pasado, se ha habilitado un centenar largo de aparcamientos gratuitos en el extremo oriental del puerto, sobre todo en el solar que fue de CLH en Cala Figuera. Ayer por la mañana todavía se realizaba el acondicionamiento del espacio. El carril que lleva a este punto desde la rotonda del restaurante Jágaro pasa a ser de un único sentido para ganar también algunas plazas gratuitas. La señalización, vertical y horizontal, sí estaba ayer dispuesta.

El año pasado la zona azul y naranja en el puerto de Maó generó quejas y recogidas de firmas por parte de los comerciantes del puerto. Este año nada se mueve. Como tampoco nada ha cambiado en cuanto al trato que reciben los establecimientos del puerto en cuanto a tarjetas para poder estacionar gratis en el puerto, según relatan algunos de ellos.

La medida genera división de opiniones. Como muestra, la responsable de un bar del Moll de Ponent opina que les resta clientes, «esta mañana (viernes) ya hemos notado el bajón, clientes habituales han optado por no venir. Si vienes a tomar un café y tienes que pagar un euro para aparcar, no compensa. No hay nadie». También lamenta que sus trabajadores tengan dificultades para dejar el coche, «el año pasado se dejaron un dineral».

A algunos metros de distancia, el responsable de un restaurante próximo al parque Rochina se muestra contundente. «Estoy encantado, tendrían que dejar la zona azul todo el año. Favorece la rotación y los clientes no tienen problemas para encontrar aparcamiento, lo agradecen». Eso sí, lamenta que los coches oficiales de Puertos ocupen plazas en la calle que podrían ser también para la zona azul y que se cierre con frecuencia la Costa de ses Voltes, sin que existan las adecuadas señalizaciones para indicar a vecinos y visitantes cómo pueden bajar hasta el puerto.