El presidente de la Fundación al salir de la reunión, y el vicepresidente y portavoz Joan Enric Vilardell | Javier Coll

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El trámite de la renovación de la presidencia no encontró más obstáculos que el de atender la expectación que siempre genera cuanto sucede en torno a la Fundació Rubió Tudurí Andrómaco, que este año celebra su trigésimo aniversario y ha recobrado con ese motivo un impulso en su actividad pública. La entidad cuenta con excelentes comunicadores en su seno, pero no es el caso del nuevo presidente Hipólito Mercadal, empresario que presidió la Cámara de Comercio a finales de los años 90. Es junto con Mercè Rubió el gran veterano de la entidad, miembro vitalicio designado por el fundador y exgerente, demandado después por la familia en pleitos que han llegado hasta el Tribunal Supremo y de los que -sentencia de 2012- ha salido indemne. Eso añade legitimidad a su experiencia para ocupar la representación y regir el destino de la Fundació. Así lo entienden también los patronos que este martes lo eligieron sin fisuras entre los asistentes.

Entre estos no estaba la expresidenta Mercè Rubió, representante de la familia, puesto que todos los puentes de diálogo y de relación institucional están rotos desde hace tiempo. «Es suficientemente conocida mi opinión, para que la Fundació salga adelante es necesaria una profunda renovación, con esta presidencia no hay tal renovación», fue su escueto mensaje unas horas antes de la convocatoria.

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