Doctores reconocidos en España y el extranjero imparten los doce cursos a lo largo de la semana. | Gemma Andreu

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La vigesimoséptima edición de la Escola de Salut Pública arrancó ayer en el Lazareto de Maó para poner sobre la mesa la prevención y el tratamiento de enfermedades en contexto de desigualdad social y crisis humanitarias. Lo hizo con el doble de inscritos que hace dos años, 750 frente a los 370 de 2014.

La buena respuesta de la comunidad médica lleva al director de la Escola, Esteve Fernández, a pensar en alargar la duración del evento en próximas ediciones así como en la posibilidad de celebrar otras jornadas semanales similares en otra época del año, algo que se está estudiando en paralelo a la reforma de Lazareto por parte del Consell para convertirlo en alojamiento. Al respecto la consellera de Bienestar Social, Maria Cabrisas, aseguraba ayer que dentro de esta legislatura «los servicios estarán cada vez más a la disposición de quien lo desee», sin concretar en el calendario.

El «éxito de convocatoria» se debe, según Fernández, a que los cursos responden a las necesidades de los profesionales sanitarios, quienes proponen la temática a tratar. El contacto con médicos de todo el globo es otro aliciente, un networking del que se obtiene un fruto en el sistema público de salud, señalaba, «imperecedero» y a medio o largo plazo.

Entre las actividades culturales complementarias a la formación, que se retoman este año, destaca la exposición del Comité Español de ACNUR, «Jóvenes refugiados, salir del exilio», estos días en la sede del IME, con la que se quiere reflejar la repercusión de la crisis de los refugiados en el sistema de salud pública europeo.