La vida cotidiana, tras una mascarilla | Josep Bagur Gomila

TW
29

Una ración de atún del Mediterráneo marinado cambió la vida de Joana Sintes Coll. Tras ingerir el pescado -uno de los que más nivel de mercurio puede acumular-, su organismo reaccionó con un cuadro de vómitos que fue tomado por una simple gastroenteritis. Pero no lo era, ya que su cuerpo ya estaba «contaminado» con metimercurio a través de una vacuna recibida en 2009, explica.

Un año después aquel bocado fue el detonante de la enfermedad que hoy padece, la sensibilidad química múltiple (SQM), que ha convertido acciones cotidianas como lavarse las manos con jabón, ponerse colonia u olerla en alguien que la usa, en un tormento.

«Sin la mascarilla oler el perfume es para mí como si inhalara salfumán», cuenta Joana, una mujer de Ciutadella que ha iniciado una batalla personal no solo contra la SQM sino también para darla a conocer y reivindicar que los tratamientos, como jabones especiales, alimentos ecológicos, mascarillas, filtros para el agua y en su caso, las infusiones intravenosas de vitaminas y minerales y terapia quelante que recibe pagándolo de su bolsillo, puedan ser financiados por la Seguridad Social.

Joana Sintes ha iniciado una campaña para recoger fondos y así poder tratarse con medicina ortomolecular y ozonoterapia que ayudan a su cuerpo a eliminar los metales tóxicos. «Somos la señal de lo mal que está nuestro mundo», alerta, «como los pájaros de la mina», el nombre también de un filme sobre la enfermedad y las personas que la sufren.

[Lea la noticia completa en la edición impresa o enKiosko y MásoMy News]