La menorquina Joana Maria Camps formalizó ayer con Rafael Bosch el traspaso de poderes en el despacho principal de la Conselleria de Educación, Cultura y Universidades. El sector de la enseñanza es quizás el más problemático de los ámbitos que le ha tocado gestionar a la ciudadelana, con un personal docente en pie de guerra al lidiar cada vez con menos recursos y unas condiciones laborales cada vez más deterioradas, con la aplicación de medidas lingüísticas que no les convencen en absoluto, y unas inversiones que cada vez llegan en menor cantidad y con mayores dificultades.
Ante el relevo en la Conselleria, el sector docente recela. Y en estos recelos a Joana Maria Camps le ha tocado compartir protagonismo, tras el nombramiento ayer de Guillem Estarellas como titular del novedoso Secretariado de Educación y Cultura, un ente que se sitúa a un nivel superior a las direcciones generales, justo por debajo de la consellera. Temen los profesores que quien acabe decidiendo sea Estarellas, y más cuando el perfil de la consellera Camps es ajeno a las aulas.
Rafael Andreu, presidente de ADESME, colectivo que agrupa a los institutos de la Isla, sitúa a Estarellas en el ala más dura del PP. "Es probable que continúe con las mismas políticas desafortunadas que hasta ahora, igual o peor". Y es que Estarellas llegó a director general de Planificación Educativa en sustitución de Mercedes Celeste en julio de 2012, algo que pese a la pacífica versión oficial Andreu atribuye a su 'permisividad' en cuestiones como los lazos lingüísticos. Para Andreu, Estarellas asciende para aplicar una línea política determinada, para la cual Rafael Bosch era demasiado moderado.
Igualmente recelan de este Secretariado desde el sindicato sectorial STEI-i. Una de sus representantes en la Isla, Maria Camps, teme que a Joana Maria Camps "puedan pasarle por encima a la hora de decidir" y que al mismo tiempo el relevo en la Conselleria venga porque Bosch "no ha sido suficiente duro, y por eso lo quitan". Estarellas genera recelos a Camps, porque "no sabemos hasta qué punto la consellera tomará las decisiones, esperemos que sí pueda hacerlo, y que dialogue, que haya una negociación real".
Como era previsible, en los pasillos de los colegios e institutos se lamentaba ayer el perfil de Camps, alejado de las aulas. Andreu comenta al respecto que "sobre educación no se aprende en dos días ni en dos años, no es un buen comienzo, aunque hay que darle un margen de confianza. Se dice que es dialogante, algo que puede ser importante. Pero mandará el Secretariado".
Andreu entiende que el inminente endurecimiento de la línea política del nuevo Govern en educación queda demostrado con el ascenso de Antoni Gómez a vicepresidente, "el que dijo que en las aulas se adoctrinaba". Tampoco ve bien que Balears haya tenido cuatro consellers de Educación en seis años, y que se siga despreciando este ámbito cuando el incremento de las ratios y la reducción de recursos ya ha provocado este año un incremento en el número de repetidores.
Maria Camps comenta que los cambios se ven con preocupación, ya que por experiencia Rafael Bosch era un buen conseller que tuvo que aplicar medidas inadecuadas, por lo que les acabó decepcionando. Su incertidumbre aumenta por la salida de la directora general Margalida Pizá, "una buena interlocutora", lo que genera más angustia "en un momento delicado".
Organigrama
Además del nombramiento de Estarellas, ayer se definieron los titulares de algunas de las direcciones generales que con la remodelación del Govern anunciada el jueves habían quedado vacantes. Se han producido once movimientos, la mayoría de los cuales son cambios de cartera. Se incorporan dos nuevas personas, Apol·lònia Socias en la Dirección General de Familia y Menores, y Bartolomé Isern, como director general de Planificación Educativa, en el puesto que deja Estarellas. Quedan dos vacantes.
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