Militantes. Unos pocos afiliados al PSOE se acercaron para acompañar, con una puerta de por medio, a los dirigentes socialistas - Javier

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Una de las críticas que se hace a los principales partidos políticos es que sus dirigentes están demasiado encerrados en sí mismos, que forman parte de estructuras opacas, alejadas de la calle, de la sociedad. Ayer la sede del PSOE de Menorca fue un claro ejemplo de que este reproche no está nada mal encaminado.

Los dirigentes insulares de la agrupación socialista siguieron la noche electoral encerrados en un "bunker", sin apenas contacto con la prensa ni, lo que es más relevante, con los poquísimos militantes que tuvieron el valor y la solidaridad de acercarse hasta las dependencias del Cós de Gràcia de Maó para pasar un trago que ya se sabía que sería malo.

La derrota electoral, los malos resultados en la Isla que confirman los ya cosechados hace medio año en las elecciones municipales, insulares y autonómicas, se sufrió en silencio, de puertas para adentro. Con solo llegar a la sede del PSOE ya se palpaba el ambiente de derrota. Sonrisas forzadas entre el personal de la casa y una media docena de militantes que pasaban el rato entre pitillos y el curioseo de las fotografías antiguas que adornan una de las salas del inmueble.

Entre las 21.30 y las 22 horas, cuando los resultados ya se empezaban a esbozar, los dos candidatos, Elena Baquero y Guillem García Gasulla, abandonaron por unos instantes y por separado el "bunker" sin muchas ganas de hablar con la concurrencia. Algún comentario de recurso sin más. El diseño del "bunker", con algunas transparencias en el cristal, permitía intuir lo que pasaba dentro. Gente armada con bolígrafos, teléfonos y ordenadores, concentrados todos en tomar nota. Marc Pons, presidente insular, de pie durante mucho tiempo atento al televisor.

Entre los militantes, escasos, comentarios de resignación, de aceptación de la derrota, y adelanto de las penurias que, en su opinión, va a conllevar un gobierno de color azul que va a continuar con lo ya presenciado en Menorca y Balears. "Ya verán sus votantes cuando empiecen con los recortes", decía una.

La monotonía se rompió cuando a las 22.40 horas irrumpieron desde el "bunker" los dos candidatos acompañados de Marc Pons para comparecer ante los medios de comunicación. Se notó falta de alegría pero sin llegar a ser tristeza.

La derrota, en contra de la de hace medio año, era mucho más esperada. Se percibió también un cierto alivio por la obtención de un tercer diputado al Congreso en Balears, lo que permite a Guillem García Gasulla tener silla en Madrid. Es un mal menor. Un consuelo. Incluso, dentro de la espiral de pesimismo, una pequeña victoria. Cinco minutos de tópicos ante el micrófono y de nuevo al "bunker", sin admitir preguntas y con portazo incluido a los fotógrafos. Otra mala noche.