La sede de la calle Sant Jordi de Maó se convirtió en una gran fiesta desde que se conocieron los resultados de Maó - Gemma Andreu

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La sede del PP de Maó fue ayer lo más parecido que se puede uno encontrar a la fuente de Canaletes cuando el Barça gana alguno de sus títulos. Desde que se conocieron los primeros resultados de Maó, la alegría se desbordó y ya no cesaron los bailes, los cánticos, los vítores, los brindis con cava, los abrazos, los besos y todo tipo de manifestaciones de alegría, incluso con un intento de hacer una conga. El hecho que el recuento de los resultados al Consell se retrasa convirtió a Águeda Reynés en la reina de la noche, a la que se fueron añadiendo progresivamente candidatos de distintos municipios.

Tadeo estaba exultante, pero comedido. No paraba de decir que aún quedaba mucho por contar, aunque no fuera tanto. "Ya sabéis que soy muy prudente", afirmaba cuando los fríos números lo convertían en presidente del Consell. Compareció ante sus fieles seguidores y compañeros cuando faltaban cinco minutos para la una de la madrugada, y los ordenadores ya delataban que su triunfo no se iba a escapar. Abrazó a Salomé Cabrera, la responsable de campaña, y quiso estar acompañado de su mujer, Bego, ante el atril, además de algunos candidatos más.

"Esto es un logro de todos. Haremos lo que hemos prometido, trabajar, trabajar para todo el mundo para que Menorca vuelva ser de los emprendedores, las ilusiones y las oportunidades. Trabajaremos para los menorquines, para recuperar la Menorca que todos queremos". A lo que añadió, "hoy se inicia un cambio hacia el progreso, haremos una Menorca de ilusiones, con la mayoría suficiente para desarrollar nuestro proyecto".

El parlamento de Santiago Tadeo, feliz como nadie, no fue nada extenso. Volvió a sonar la música, la música que no había dejado de sonar durante las tres horas anteriores. Entre los allí presentes se combinaban las manifestaciones nada comedidas de satisfacción con la más mayúscula de las sorpresas. Algunos se marcaban bailes como si estuvieran en plena pista de una discoteca, sin distinciones de edad. A medida que iban llegando populares de otros municipios, la fiesta iba en aumento.

Águeda Reynés no paraba de repartir abrazos a diestro y siniestro. Se vieron también lágrimas de emoción y fluían por el aire de la calle Sant Jordi numerosos comentarios del tipo "ya era hora" o "ya tocaba". Entre los muy satisfechos sin esconderse, Juan Manuel Lafuente, antecesor de Reynés en la candidatura de Maó, y José Seguí, su homólogo en el Consell, quien no paraba de repetir "pensaba que esto no lo vería nunca". Por la euforia que se desató, no era el único.