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Pasadas las 13 horas de ayer, una larga cola de padres e hijos esperaba a las puertas del Ayuntamiento de Maó para ver al Paje Real. Los más pequeños, carta en mano, no podían ocultar la emoción sabiendo que iban a ver a quien entregaría sus peticiones a los Reyes Magos.

Cuando llegaba el turno, los niños, más o menos tímidos, explicaban al paje si se habían portado bien y qué es lo que habían escrito en sus cartas. "Yo hago los deberes todos los días y ayudo a mi madre a poner la mesa", decía Juan, de 6 años, totalmente convencido, "por eso, este año no quiero nada de carbón. Quiero que me traigan un chándal, un coche de carreras y el juego de la naturaleza".

Neus, de 7 años, mirando al paje con ojos como platos, no lo tenía tan claro. "Yo le he dicho a mi mamá que los Reyes me traigan lo que quieran porque seguro que saben que a veces no me lavo las manos".

En resumen, no hay nada como la ilusión.