Es cierto, cuando uno va a ver el documental "La última cima" queda gratamente impactado ante la bondad inmensa de un sacerdote, Pablo Domínguez, que Juan Manuel Cotelo retrata en una película en la que profundiza en la fe y da en el clavo de una visión positiva de un tipo de sacerdocio que suele pasar desapercibido. El Grupo Editorial Menorca, a través del Foro Menorca que trata temas de actualidad de la sociedad menorquina, había invitado ayer a Juan Manuel Cotelo, director de "La última cima" y persona tan amable, divertida e irónica.
"La última cima", estrenada el tres de junio en Toledo y el cuatro en dos salas de Madrid, ha sido requerida, vía mail a través de la web de la película, por personas anónimas que han conseguido que se proyecte en más de 60 salas en toda España, y en breve se podrá ver en más de 100 países. La clave de tan absoluto éxito no es otra que la transmitir una historia real, tan real como la vida misma, de una persona que trascendía en todos los que tenía a su alrededor. Cotelo fue a la conferencia presionado por un amigo, sin ningunas ganas, la gravó, sin ningún interés, y gracias a su amigo, de nuevo, acabó en película.
Pablo Domínguez había muerto tan sólo 12 días después de aquella conferencia. Murió en la montaña, como había dicho que deseaba, y a la joven edad de 42 años, como había anunciado. Numerosos testimonios dan fe de esa bondad y sobre todo alegría que transmitía siempre.
El preestreno en Maó tuvo lugar ayer en el cine Ocimax. Estuvieron presentes el obispo Salvador Giménez, José Díaz Montañés, presidente de Editorial Menorca, y Josep Bagur, director de "Es Diari". La sala se llenó de un público que mostró en todo momento su entusiasmo, contagiado de la alegría que transmitía Pablo y la emoción de los numerosos testimonios que hablan de su bondad y como ejemplo de muchas personas buenas que hay en el mundo.
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