¿Cómo obtuvieron este puesto de trabajo?
Francisco: Fue hace 25 años. Por aquel entonces yo estaba en el paro y me enteré de que necesitaban a alguien que atendiera el estanco. Al cabo de un año de empezar yo, comenzó mi mujer.
¿Qué es lo que más les gusta de su trabajo?
Hay que tener en cuenta todos los años que llevamos aquí pero es que, además, el estanco cumple 50 años en esta ubicación aunque el padre de Catalina ya lo abrió en otro lugar diez años antes. Por eso, conocemos a gente de toda la vida y los vemos a diario. Nos encanta estar de cara al público. Hay quien viene y dice "no es que no quiera pasar, es que he dejado de fumar" y nosotros nos alegramos en cierto modo.
¿Cómo viven ustedes el cambio de mentalidad que está habiendo respecto al tabaco?
Fumar antes estaba bien visto socialmente. Nos acordamos de cómo poníamos un cartel en Navidad que decía "Regalar tabaco es regalar amistad". Ahora el tabaco mata, mira si han cambiado las cosas. Creemos que no todo es tan malo si no se abusa y hay a quien le hace más daño que a otros. Está claro que el negocio cada vez va a menos pero nosotros no veremos la erradicación del estanco porque el cambio irá muy lento, igual que con el alcohol y demás, que también son malos pero no lo especifican. Ahora con la crisis, por ejemplo, lo que más se vende es tabaco de liar porque cunde más, sale mejor y se fuma menos.
¿Con qué anécdotas o momentos se quedaría después de todos estos años?
Como anécdotas muchas, han venido muchas personas conocidas. También nos han pasado mucha moneda y billete falso. Pero nos quedamos con la suerte que tenemos de llevar tantos años trabajando en la misma empresa y con el buen trato que tenemos con los propietarios. Lo que nos disgusta más es cuando hay cambios de precios en el tabaco porque cuando hay que informar de ello a los clientes ponen unas caras...
¿Qué planes tienen una vez que se jubilen?
Nos gustaría viajar, ir a París o a Australia. Disfrutar del verano, ya que es cuando más trabajo tenemos hasta ahora.
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