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"En els versos de Ponç Pons hi batega un sentiment d'admiració per la vida que costa de trobar, amb una intensitat semblant, en altres poetes del nostre territori". (Jordi Llavina).

En esta presentación solo añadiré que bajo la apariencia de una persona normal, hay un "home de bé, autèntic".

-Nací, - me dice a modo de "introito" -, en un hogar modesto, mi padre era "tallador de pell" y soy el menor de cinco hermanos, todos varones; fui un lector precoz y mi vida siempre ha estado ligada a los libros. Y a la literatura.

-Y en lo referente a la poesía, a escribir algún poema, ¿también fuiste precoz?
-Yo solía ir con mi padre al salón de lectura del Casino de Alaior y de entre los periódicos atrasados me dejaban recortar todo lo que me parecía interesante de las páginas culturales. Entonces se hablaba mucho de Pablo Neruda y llegué a tener una caja entera de recortes suyos. Crecí con la imagen del gran poeta chileno hasta el punto de que "dalt sa cambra", donde mi padre tenía el "taulell" para hacer horas extras y yo una mesa para escribir, su espacio lo presidía una imagen de san José y el mío una foto de Neruda pegada en la pared. A los 10 años escribí mi primer poema en castellano y creo que fue el día fundacional de mi vida.

-¿Qué sentiste al ver materializada tu primera poesía?
-Ese día descubrí el sentido de mi vida. Cuando le dije a mi padre que de mayor quería ser poeta, me miró sorprendido y me contestó con dulzura: "De sa poesia no en viuen, Ponç." y, efectivamente, no he vivido de la poesía pero si por y para la poesía.

-En aquellos años no era fácil, especialmente para un hijo de un obrero, acceder a la Universidad, ¿cómo te las apañaste?
-Yo siempre tuve claro que quería estudiar, que mi mundo eran los libros. Cada verano iba a trabajar, des de los diez años. Hice de carpintero, oficinista, mozo de almacén, bisutero… Lo más duro fueron las cámaras frigoríficas de Lutresa. Allí, a veinte grados bajo cero, entendí mejor la literatura rusa, pero me quedé agotado. Gracias al trabajo y a las becas que conseguía por obtener buenas notas, pude estudiar Filología Hispánica.

¿Te libraste de la mili?
-Dices bien, me libré a causa de una intervención quirúrgica en un hombro que, después de muchas idas y venidas, resultó providencial porque me declararon "inútil" para el Servicio Militar. ¡Pero valor, se me supone, eh!

-En aquellos años y entre la juventud, ¿cuál era el ambiente que se respiraba?
-Era muy diferente al de ahora, muy apagado, muy gris, sin grandes medios de diversión, pero creo que éramos felices. Yo me refugiaba en los libros, en un mundo propio que me iba creando. Estudiar francés y leer a los grandes poetas simbolistas hizo que a los 20 años me marchara a Francia con un amigo y allí trabajamos durante todo el verano en una gasolinera, con un horario muy duro, de 8 de la mañana hasta las 8 de la noche. Yo también fui un sin papeles.

-Una experiencia me imagino que muy enriquecedora. Licenciado en Filología Hispánica y Catedrático de Literatura Catalana es éste tu currículum profesional pero, sobre todo poeta, ¿Qué es para ti ser poeta?
-La poesía es la gran pasión de mi vida. Ser poeta es una forma de vivir y de entender el mundo, es mi forma de compromiso con la sociedad.

-De "Flames escrites" he elegido dos citas, la primera de Rimbaud que dice así: "El poeta és veritablement lladre de foc", la segunda es de Novalis: "La poesía cura las heridas producidas por la razón porque en ella se componen dos elementos contradictorios, la verdad que supera y la ilusión que encanta".
-Yo no podría vivir sin la poesía. Ya lo he dicho en un verso: "No puc ésser ni sóc més que Literatura". A través de ella busco la verdad porque está escrito que la verdad nos hará libres. Mi palabra clave es pasión.

-La pregunta obligada; el poeta ¿nace o se hace?
-Las dos cosas, nace, pero a base de leer, rescribir y corregir se va haciendo porque la poesía también es cuestión de técnica. "Un poema és com fer paret seca." Cada palabra tiene que encajar para que el poema se aguante y "no hi hagi cap enderrossall". Un poema debería ser como una sesión de acupuntura en la que cada palabra toque un punto sensible del lector.

-Aprendiz de poeta, como de otras muchas cosas, yo destacaría en el poeta dos aspectos esenciales, sensibilidad y compromiso.
-A mí no me interesan la retórica vacía ni los fuegos artificiales. Lo que quiero es decir, explicar, contar, transmitir… Se trata de sentir, pero sobre todo de hacer sentir. Mi lema es que: "Si no emociona, no funciona".

-La inspiración ¿es también necesaria?
-La inspiración existe y cuando aparece todo se ilumina y se hace más claro e inteligible. Las musas son maravillosas, aunque a veces se hacen de rogar. Luego es cuestión de trabajo y de muchos borradores. Escribir es reescribir y leer es releer.

-Recurriré a algunos de tus versos: "Un home sense arrels és un ser mort. Una illa de ciment un flac infern". Menorca ¿está en el fondo de estos versos?
-En el fondo, en la raíz y en todas partes. "Som un illòman" y me he declarado: "Menorquí fins al moll emblancat dels meus ossos".
Creo que ser menorquín es un don y un privilegio, pero veo que muchos no se han dado cuenta, ni lo valoran ni entienden. Lo que más me gusta de viajar es poder volver. Aunque eso sí, nuestro ombligo es muy pequeño y hay que vivir culturalmente abiertos al mundo.

-En "Llamas escritas" dices. "Supòs que m'he fet vell. La fantasia/ de les novel-les ja no m'interessa/ i em sent més prop de Pla". Mi pregunta es: ¿has perdido la fe en el hombre?
-Me gusta el realismo mágico, pero los años me han ido acercando a Chejov. No, no he perdido la fe en el ser humano. El problema es que como decía mi abuelo, que era "paredador" y no sabía leer ni escribir, pero era un hombre sabio y bondadoso: "Un ase sempre et pot pegar una coça". Me han hecho daño y me he llevado algunas decepciones, pero entre el perdón y la venganza, siempre he elegido el perdón. No sé si por bondad o por orgullo, por dignidad o pereza.

-"Escrivim per ser eterns i al final ens morim". ¿Te preocupa la muerte?
-Hay muertos que están vivos y vivos que parecen muertos. Lo importante es vivir haciendo el mayor bien y el menor mal posible. La muerte nos iguala a todos y espero que cuando me llegue, pasados los ciento catorce, me encuentre escribiendo versos a la vida. Un filósofo dijo que la muerte no es el final, sino el principio, pero yo me encuentro muy a gusto aquí. Lo que más me duele es pensar que un día dejaré de ver a los seres que amo.

-También dices: "Déu no baixa del cel". ¿Crees en un cielo?
-Dios es amor y de toda la Teología que he leído y estudiado me quedo con la revolucionaria frase de san Agustín: "Ama y haz lo que quieras", porque si amas de verdad no harás nada malo. Creo que el cielo está aquí y deberíamos intentar que la tierra fuera un paraíso.

-¿Qué opinas de una sociedad como la nuestra que, entre otras cosas, declara a Belén Esteban "Princesa del pueblo"?
-Mi reino no es de este mundo. Lo de la televisión y los programas de salsa rosa me parece una vergüenza. Como lo del fútbol. ¡Y que conste que soy del Barça, eh! Pero pagar 15.000.000.000 millones de pesetas por un futbolista es irracional, demencial, absurdo, un sinsentido y un escándalo. Sobre todo en un mundo en el que todavía hay gente que se está muriendo de hambre.

-Me imagino que estarás de acuerdo en que hemos ido "lanzando por la borda" muchos de aquellos valores, los llamados tradicionales.
-Para mí el más importante es el valor de la palabra. La palabra es sagrada. Un pariente mío le prestó dinero a una persona y ésta le dijo: "Te firmaré un papel." Mi pariente se extrañó. "¿O no piensas devolvérmelo?". "Y tanto que sí!" "Entonces… ¿para qué hemos de firmar ningún papel?" Yo también creo en la palabra dada. Mi editor iba de papeleo y le dije: "Uep! Jo som menorquí, eh!" Tengo un contrato verbal con él y nunca le he fallado. Creo que los menorquines, en general, éramos buena gente, pero ahora, por lo que veo, ya no se vive con las puertas abiertas. Hoy las palabras de moda son competitividad, crecimiento, beneficio, rendimiento… y no me gustan. A veces ser progresista es saber conservar. Inteligencia y bondad deberían ser sinónimas.

-No has vivido de la poesía ya que profesionalmente eres profesor de Literatura en el Instituto de Alaior, ¿es difícil educar?
-Lo mejor de la enseñanza son los alumnos y el único sistema pedagógico que funciona para que aprendan y se eduquen es quererlos. Lo que me aturde es la "paperassa". Cada vez lo complican más y nos hacen perder el tiempo con burocracia. Yo soy de aquellos maestros que cuando enseñan, aprenden. Más que fácil o difícil, es simplemente cuestión de vocación y aptitud.

-Personalmente, ¿cómo te sientes en esta parcela, la educativa?
-Yo no soy un profesor, soy un misionero. La sociedad ha cambiado mucho y notamos bastante la desestructuración de las familias. Lo que he intentado siempre es que amen y valoren la Cultura, que sean felices en mis clases y que aprendan a ser buenas personas. También intento que lean y no hagan faltas de ortografía, pero eso ya pertenece al mundo de los milagros.

-Tus palabras me recuerdan a uno de mis maestros, un personaje entrañable, "Deleuse", don Jorge Sans Seguí, que pretendía lo mismo que tú. ¿Has tenido problemas con algunos de tus alumnos?
-Creo que no. A veces son más complicados los claustros de profesores. Uf!

-Hoy el tema recurrente en conversaciones y tertulias es el de la crisis; crisis que concretaré en el aspecto económico, ¿qué sensación te produce?
-De dolor y de tristeza, de humana preocupación porque hay gente que lo pasa mal y está viviendo un drama. Tantos millones de parados, tantos jóvenes sin futuro… Y el que se tenga trabajo no garantiza un sueldo justo. Antes de ser profesor, trabajé en doce oficios diferentes y conozco bien el mundo laboral. Hay gente que trabaja muchas horas y gana poco, los alquileres son altos y la vida es cara. No entiendo, y en algunos casos no comparto, la política económica de este país ni del mundo. Al final siempre ganan y pierden los mismos.

-Como me has dicho, la crisis también puede servir, ¿para?
-Las crisis siempre conllevan una necesidad de cambio y transformación. Nacen de un malestar que nos empuja a una renovación. En nuestro caso, espero que sirva para plantearnos cuáles son los verdaderos valores vitales, frenar el despilfarro y redescubrir al Thoreau que decía: "¡Simplificad!" Tendremos que volver a plantearnos lo del ser o tener de Erich Fromm y recordar, sobre todo, que el amor es gratis. Hay medidas más urgentes, necesarias y valientes que bajar las pobres pensiones o facilitar el despido de los obreros. El futuro que soñamos no era esto.

-La lengua debe ser ¿instrumento integrador o de confrontación?
-Cada lengua es un hermoso puente de unión, una puerta abierta a la comunicación y al diálogo, una vía de acceso a la cultura y al conocimiento, a la sabiduría. El plurilingüismo humaniza y enriquece. Mejor que la confrontación, son la colaboración, el intercambio, la confraternización.

-Me ha sorprendido gratamente que seas un profundo conocedor de la literatura y la lengua portuguesa porque consideraba el portugués como la "hermana pobre" de las lenguas europeas. ¿Cómo llegaste a enamorarte de dicha lengua y cultura?
-Tuve un profesor extraordinario, Perfecto E. Cuadrado, que me hizo descubrir y amar apasionadamente la lengua y la cultura portuguesas. Portugal es una gran país y el portugués una lengua "vellutada" que han cultivado grandes autores como Camoes, Pessoa, Torga, Lobo Antunes… y José Saramago, con quien he tenido la suerte de poder conversar largo y tendido en Lanzarote y Menorca.
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Falta Cultura y sobra … ¿vulgaridad?
-Un país sin Cultura es un país sin futuro. La Cultura nos humaniza porque los libros que leemos, las películas que vemos, la pintura que admiramos o la música que escuchamos nos conforman como personas y tenemos lo que damos. El problema son la banalización y la comercialización. Los sociólogos ya hablan de consumo cultural. Ernst Fischer escribió: "La necesidad del Arte" y nosotros hemos colgado una larga lista de precios. Sí, sobra vulgaridad, pero sobre todo arrogancia, prepotencia, envidia y mala leche.

-He confeccionado una lista de mis poetas preferidos, va desde Constantino Kavafis o José Hierro, pasando por Machado, Miguel Hernández o Federico García Lorca, hasta Miquel Martí Pol, Salvador Espriu o Pablo Neruda, ¿cuáles son tus preferidos?
-Uf! Todos los que has dicho tú y T.S. Eliot, Seferis, Quasimodo, Pessoa, Borges, Dickinson, Mandelstham, Vinyoli, Estellés, Villangómez, Llompart, Bonet, Riera, Whitman, Ungaretti, Montale, Kobayashi…

-Y en cuanto a músicos, ¿con quienes nos quedamos?
-Creo que el más grande es Bach, pero admiro a Mozart, escucho Canto Gregoriano, me gusta el
jazz de Chet Baker, Dexter Gordon, John Coltrane, Miles Davis, siempre vuelvo a los Creedence, Cat Stevens, Jacques Brel, Leonard Cohen…mujeres como Nina Simone, Enya, Norah Jones, Lara Fabian, Mª Àngels Gornès… menorquines como Miquel Mariano, Cris Juanico, S'Albaida, Jaume Sintes… y me inspira y emociona Guiem Soldevila.

-Además de Pere Pons, ¿algún otro pintor a destacar?
-Son multitud. La pintura es mi vocación frustrada. Van Gogh, Gauguin, Modigliani, Monet, Sorolla, Turner, Kieffer, Rothko, Barceló, Pacífic Camps, Carlos Mascaró, Sansuguet, Torrent, Quetglas, Marcel Vilier, Zulema Bagur, Pau Sintes, José Cáceres, Natalia Tamayo…

-En este momento de plenitud, con el estreno de una obra teatral en puertas, ¿qué le pides a la vida?
-Salud, amor y… poesía.

"Sembla mentida que una illa tan petita com Menorca tengui un poeta tan gran com Ponç Pons". (Seamus Heaney, premio Nobel.)
Suficiente, pienso. No cabe añadir ni una coma más.