Únicas. Los motivos florales destacaron cada uno por su singularidad para convencer a los que paseaban de llevarse una flor a sus hogares - Gemma

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Bolsos, vitrinas, gafas, zapatos, pasteles, jabones, escaleras, y flores. Flores con flores. Flores de papel, de plástico, de chocolate, o de hilo. Hortensias, petunias, bouganvillas y rosas. Todo tuvo ayer cabida en la primera jornada del Maó+Flors, la fiesta de la flor por excelencia, en la que cualquier motivo pudo ser decorado con un brote de primavera.

A pesar de los caprichos del tiempo, que jugó a la lluvia y el sol a su antojo, en la plaza Constitució arrancó el día con un encuentro de Patchwork en el que las expertas mostraron orgullosas sus trabajos en los que se reflejaba el esfuerzo que requiere esta técnica de costura.

Mercedes Deyà, una de las participantes, reconoció "que las flores y los colores dan mucho juego en este tipo de composiciones", en las que cada trozo de tela es como la pieza de un puzzle que hay que saber dónde encajar.

Muy cerca de ahí, en el mismo Ayuntamiento, se podía uno perder en el jardín de bonsais instalado en la sala de plenos del consistorio y gozar de la decoración de la entrada, uno de los espacios interiores de Maó preparados para la ocasión.

Otros espacios que acogieron la fiesta de la flor fueron Ca n'Oliver, en la calle de la Infanta, 13; el patio y la entrada de la Delegación del Gobierno, o la Casa Sapinya, en la calle San Fernando. Todas ellas se convirtieron, por un día, en jardines de flor y vida en medio de la ciudad.

Los pétalos sirvieron también de inspiración para el movimiento de los bailarines. Fue la compañía mahonesa ÉsdeDansa, dirigida por Alba Sintes, la que marcó el primer paso de la coreografía del Maó+Flors en el hall del Teatre Principal.

Tras el dueto de Solitud, siguió la brillante actuación de la compañía zaragozana La Mov, que bailó su Work in progress en la plaza de la Conquesta, en las puertas de la iglesia de Santa María.

Víctor Jiménez, director de la compañía invitada, comentó que ésta ha sido "una gran oportunidad para mezclar música, con danza y baile". El bailarín aseguró también que una "actuación de este tipo sirve para que, además de disfrutar del espectáculo de danza, el público conozca la ciudad como escenario de fondo".

En el Claustre del Carme, artesanos desplegaron también sus enseres para que, quien más quien menos, se acabara llevando una flor a casa.
Carmen Navarro, artesana jabonera, reconoció que el día no les había acompañado, aunque en determinados momentos, "sí hubo mucho movimiento". En su parada, uno podía dejarse embriagar por el aroma de una flor, ya fuera en forma de jabón, colonia o sales de baño.

La música tampoco faltó en la jornada, aunque la lluvia logró suspender el viernes las actuaciones programadas dentro del festival M-Sona. José Manuel García, uno de los organizadores del evento y miembro del Bastió de s'Illa, afirmó que "la acogida del público ha sido inmejorable, y a media tarde el día acompañó a la celebración". Además, agregó, "la gente agradece esta iniciativa, pues es el primer encuentro que se organiza de estas características, en la que la música tradicional menorquina es la protagonistas".

Los comercios, librerías, pastelerías, y galerías de arte de Maó se conviertiron ayer, pues, en un jardín de flores que rindió homenaje a la primavera. Y hoy más.