Son muchos los creadores que, con distinto grado de sinceridad, aseguran que no crean para ser reconocidos, alabados, leídos, vistos, escuchados o remunerados, sino que simplemente dejan fluir sus inquietudes para satisfacer una necesidad interna, ejecutar una actividad que les apasiona y, en algunos casos, ayudar a convertir el mundo en algo mejor.
Algunos, aunque no son necesariamente los que lo predican, cumplen al cien por cien con este precepto. Son artistas que crean desde el anonimato, sin fotografías de inauguración, ni firmas de ejemplares, ni nada parecido.Lo bueno que tiene este modo de creación artística ajeno al interés material es que permite crear sin prisas ni presiones.
Un ejemplo se puede encontrar en las rocas de Calascoves, donde de un tiempo a esta parte se vienen esculpiendo y perfeccionando dos rostros en un claro gesto de amor.
La obra se inició hace unos años y de forma pausada se va perfeccionando. La incógnita radica en saber si el autor es único o coral, es decir, si es uno o son muchos los que se han inspirado en un gesto tan sencillo pero tan significativo como es un beso para dejar una huella, de no más de un palmo, en un sitio tan bucólico como Calascoves.
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