Aglomeración. Muchas fueron las personas que se acercaron ayer al mercado de oportunidades - M.P.

TW
0

Se suele decir de aquellos que comen mucho que más vale comprarles una muda que invitarlos a comer. Pues bien, ayer se podían hacer las dos cosas al mismo tiempo y sin salirse demasiado de un módico presupuesto. La oportunidad estaba en Alaior, concretamente en la segunda edición de la Fira d'Estocs, un evento muy concurrido y productivo a juzgar por el número de bolsas que salían de la carpa. Su atractivo traspasó las fronteras municipales, puesto que se vieron no pocos vecinos de otros pueblos. Además, el tiempo acompañó, sin más tormenta que la generada por los propios entusiastas compradores.

Las ofertas no eran para menos. Había verdaderas gangas, con precios incluso rebajados muy por debajo del 50 por ciento. Pares de zapatos asumibles holgadamente con un billete de 20 euros, ropa interior a pagar con calderilla, albornoces a 10 euros, cosillas para la casa y, una de las grandes estrellas del mercado, ropa de niño altamente asequible. Incluso quienes manifestaban que iban sólo a mirar no se resistieron a la tentación y reforzaron su ropero.

No obstante, el valor añadido de la feria de baraturas de Alaior son las tapas. El aroma que salía de los fogones era un verdadero canto de sirena a una hora en la que el desayuno quedaba ya más lejos de la comida. Una vez abierta la barra, fue un no parar de degustaciones. El aspecto gastronómico quedó completado con los estands de algunos establecimientos comerciales dedicados al buen comer que también provocaban no pocas aperturas de cartera. La presidenta de la Associació de Comerciants d'Alaior, Janet Vinent, comenta que durante todo la feria se han servido más de 10.000 tapas y se han vendido unos 5.000 dulces. Había hambre.

Vinent asegura que la afluencia ha sido muy alta, similar al año pasado, y que las ventas han funcionado, cumpliendo con el objetivo de dar salida a piezas almacenadas desde hace tiempo. "Ha ido todo muy bien". Pues a por la tercera.