Sociólogo. Un apasionado de la participación activa

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L.M.F. Maó
La conveniencia de ir más allá de la queja por la queja, la necesidad de hacerse responsable de la detección, la reflexión y la solución de los problemas, la recuperación de valores comunitarios y la importancia de la educación fueron los ejes sobre los que pivotó la ponencia de Antoni Petrus Rotger.

El catedrático de Sociología, que arrancó más de una sonrisa al explicar que la de ayer era la conferencia más peculiar que había protagonizado- "nunca había dado una en una capilla y, sobre todo, después de que hable un general"-, insistió en su convicción de que participar es diferente de colaborar y lamentó que no se estuvieran cumpliendo determinadas expectativas.

"Posiblemente los políticos no están a la altura de su retórica ni los ciudadanos estamos a la altura de nuestra responsabilidad. Se espera de nosotros algo más de lo que estamos haciendo", aseveró Petrus. En este sentido, el catedrático animó a superar la "estética de la queja", entendida como aquella que sirve como argumento para no hacer nada, lo que conlleva inmovilismo, a la vez que responsabilizaba "a todos" de los problemas que tiene Menorca.

Por ello, utilizando un símil médico, Petrus propuso que a la hora de abordar esos problemas se optara por las ecografías en vez de las radiografías y se huyese de querer "dar explicaciones simples a los problemas complejos", antes de apuntar que uno de los elementos a considerar era el paso que se había dado de una sociedad de solidaridad comunitaria a otra de solidaridad administrativa que favorece el individualismo y anula la cultura del esfuerzo.

El sociólogo se refirió entonces a la educación como uno de los índices que demuestran la crisis por la que atraviesa Menorca, Balears, cuyos porcentajes de abandono y fracaso escolar superan la media española, siendo, además, de las regiones con menor número de estudiantes universitarios y de FP., pese a contar con un alto nivel de formación primaria.

En este sentido, Petrus atribuyó estos índices a la mala gestión de las transferencias de educación y a la poca conciencia que la sociedad civil tiene sobre la importancia de la educación, puesta de manifiesto, por ejemplo, en el gran número de estudiantes que interrumpen sus estudios para incorporarse plenamente al mundo laboral.

Por todo ello, el catedrático abogó por la necesidad de acortar la distancia entre los ciudadanos y la educación, para que la escuela "formara ciudadanos competentes, no competitivos", capaces de asumir su protagonismo en la sociedad.