La menorquina se llevó el premio con la obra bautizada como 'Alpinista' | Gemma Andreu

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Hace aproximadamente un año, la artista Anna Gutiérrez Moll    (Menorca, 1994) encontró varios trozos de madera en los alrededores de su casa. El azar le puso delante la materia prima de una obra a la que bautizó como «Alpinista» y con la que ha logrado alzarse con el Premi Ciutat de Maó d’Escultura correspondiente a este año. Un reconocimiento, que se dio a conocer ayer durante un acto celebrado en Sala d’Audiències del Claustre del Carme, y que llega después de que en 2021 ya fuera recompensada en ese mismo certamen con una mención especial para menores de 35 años, que tuvo como premio protagonizar una exposición.

Gutiérrez Moll, que no pudo asistir al estar residiendo actualmente en Birmingham (Inglaterra), estuvo representada en el acto por un familiar que recogió el premio en su nombre. No obstante, declaró vía telefónica a este diario que «siempre es un honor que reconozcan y valoren tu trabajo», y más allá de la dotación económica (3.500 euros) «supone también un empujón a nivel de confianza para seguir por este camino y no apartarme del arte».

Un familiar recogió el premio en nombre de Anna Gutiérrez Moll | Gemma Andreu

El jurado destacó de la obra ganadora «el tratamiento técnico sutil y equilibrado que se integra con la naturaleza». Por otra parte, también puso en valor «la manipulación muy delicada que con una presentación nada pretenciosa consigue transmitir mucha información y contar una historia».

La menorquina arrojó ayer un poco más de luz sobre el proceso creativo de «Alpinista». Relata como los trozos de madera conservaban la corteza exterior y los nudos, mientras que el interior se había podrido. «Yo digo que el mérito es de la naturaleza, en mi opinión los troncos ya eran de por sí espectaculares». El material, limpio y tratado, es el elemento principal de la pieza: «Mi aportación es el pequeño alpinista, hecho de arcilla sintética y acabado con pintura efecto cromo», asegura sobre un elemento que «convierte el tronco en un pico muy alto o en una carrera de fondo a punto de culminar».

En el acta del jurado se hizo referencia explícita «a la elevada participación de jóvenes artistas».En ese sentido, Gutiérrez Moll alaba el papel de los certámenes a la hora de dar visibilidad a los nuevos artistas. «El mundo de las artes es bastante inestable y la figura de creador requiere de autosuficiencia en muchos campos. Es recurrente que se combine esa faceta con trabajos varios, por lo que todo lo que ayude a dar apoyo y visibilidad es muy bienvenido», relata la escultora.

Claudia García Pons, mención especial | Gemma Andreu

Y es que Gutiérrez Moll sabe de las dificultades que entraña salir adelante.Actualmente reparte su trabajo entre ser «pintora de brocha gorda» con la decoración y el diseño de interiores, siempre con la vista puesta en ahorrar para poder comprar su propia casa taller.También ha desempeñado muchos otros trabajos y reconoce que «me cuesta llamarme artista, porque no he trabajado o vivido del arte... Pero estudiando un poco mi recorrido a nivel artístico, sí que veo que suelo jugar combinando elementos naturales encontrados a los que aporto mi granito de arena». Una progresión de la que próximamente podremos ser testigos gracias a la exposición que protagonizará en Maó como parte del premio.

Mención especial

También podrá disfrutar de ese privilegio Clàudia García Pons, quien recibió una mención especial para menores de 35 años gracias a la obra titulada «Ona negra».En este caso, se ha llevado un premio en metálico de 1.000 euros que se complementará con la organización de una muestra en un espacio cultural municipal. En este caso, el jurado destacó «el dominio técnico y excelente ejecución de una forma aparentemente sencilla pero complicada en el detalle».