Atchugarry junto a una escultura de color rojo y a la izquierda otra de color blanco | Gemma Andreu

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La Galería de las Misiones, en Maó, inauguró este sábado la primera exposición en la Isla del renombrado escultor uruguayo Pablo Atchurray (Montevideo, 1954), que muestra diez esculturas de mármol y bronce, los dos materiales que básicamente utiliza para sus obras. La exposición, que alberga algunas obras ejecutadas expresamente para esta muestra, puede visitarse los lunes de 18 a 20 horas y de martes a sábado de 11 a 14 horas y de 18 a 21 horas.

¿Por qué se ha dedicado al mundo del arte?

—Tuve la suerte de tener padres que estaban muy interesados en el arte. Mi padre conoció a Joaquín Torres García, el gran artista constructivista nacido en Uruguay pero de origen catalán, que a los 18 años vuelve a Catalunya, todo su circuito por París, EEUU y al final vuelve a Uruguay, donde tiene una cantidad de alumnos y entre ellos mi padre lo frecuentó.

Usted es escultor, pero empezó con la pintura.

—A los 8 años empecé a pintar bajo la tutela y el estímulo de mi padre Pedro. En este momento que voy a cumplir 70 años, son prácticamente 62 años de carrera. Expongo por primera vez a los 18 años en Uruguay, en 1972, luego Argentina, Brasil y luego Europa, donde realicé mi primera exposición en Italia en 1978. La pintura fue el primer formato de expresión, pintaba óleo sobre tela y también sobre cartón.

¿Por qué cambió a la escultura?

—Varios artistas de Uruguay me dijeron que no me podía quedar en las dos dimensiones, que por mi obra se conocía que había un escultor. A los 17 años hice mi primera escultura con cemento, arena y Portland, luego continué con estos materiales pobres que encontraba en Uruguay hasta que en el 1979 hice mi primera escultura en mármol en Italia con el famoso mármol de Carrara, el que utilizaban Miguel Ángel y Bernini. Quedé encandilado con la luz que tiene ese material, es muy luminoso, transparente, yo hablo siempre de esos mármoles como los hijos de la montaña que luego caminan por el mundo.    Al final la escultura se lleva toda mi energía, mi primera exposición fue en 1987 en Italia.

¿Utiliza otro material además del mármol?

—El bronce porque le doy colores primarios, el rojo, el azul, el amarillo, colores muy vivos que no puedo encontrar en los mármoles. Me gusta dialogar entre la escultura con color, que es un poco el recuerdo que yo tengo de mi fase de pintor, y la otra que es el color del mármol natural, yo utilizo cuatro mármoles para hacer mis esculturas: el blanco estatuario de Carrara, el negro de Bélgica, el gris bardillo de Italia, el rosado de Portugal.

¿Dónde tiene su taller de trabajo?

—Tengo dos talleres, uno en Italia, en el lago de Como al norte de Milan, un lugar extraordinario, y el otro en Manantiales, cerca de la Punta del Este, en Uruguay. Yo trabajo siguiendo la luz, siguiendo el Sol, en Europa cuando aquí es verano y en Uruguay cuando lo es en el hemisferio sur.

¿Cuáles han sido sus últimas esculturas?

—Hay obras que hice en mi taller de Italia expresamente para esta exposición de Maó, la última producción mía está aquí en Menorca y también hay los últimos bronces, mi obra se divide mayormente entre mármoles y bronces, también hay aceros y maderas, pero    las dos líneas principales son el mármol y el bronce.

¿Qué influencias artísticas tiene su obra?

—Digamos que yo tengo grandes maestros espirituales, el primero Miguel Ángel por su pasión por el mármol; también Brancusi es otro de los grandes maestros por la síntesis, por cómo ha logrado despojar lo superfluo de la escultura y llegar a la forma tan pura; y luego Picasso, Julio González, Chillida...

¿Sabe que Chillida tuvo una casa en la Isla entre 1989 y 2002 donde pasaba los veranos para trabajar?

—No, no lo sabía. Menorca es un lugar muy inspirador, entiendo que Chillida se enamorase de la Isla.

¿Qué le ha impresionado más de Menorca?

—La luz, el agua, la transparencia, esas calas que Dios las ha hecho perfectas, las ha colocado en el lugar justo. Llegué este viernes y la primera impresión es como si hubiera vivido toda mi vida aquí, es extraordinario. Es mi primer viaje a la Isla pero no será el último.

¿Cómo está actualmente el mercado?

—El mercado está muy fuerte y mi obra está toda vendida y con lista de espera, hay coleccionistas de todo el mundo que están esperando que yo pueda hacer las obras. Disponer de diez obras para hacer una exposición individual es un esfuerzo muy grande.   

Defínase como escultor.

—Para mí es un modo de vivir, yo trabajo todos los días 12 horas diarias porque es una gran pasión, es un trabajo muy duro pero es una gran pasión. Por eso entiendo que Chillida viniese a la Isla a trabajar, un artista no se puede separar de su obra. Soy una persona afortunada porque descubrí la vocación desde edad muy joven, la escultura es algo que se lleva dentro, es una relación con la naturaleza, es muy importante el contexto natural. El arte tiene que estar presente en la vida de todos los seres humanos.