Durante la breve dominación francesa (1756-1763) se fundó el pueblo de Sant Lluís. En 1761 se inició la construcción de la iglesia, bajo la advocación del santo Luis IX, rey de Francia. En 1762, la Corte francesa autorizó al gobernador de la Isla, Conde de Lannion, la parcelación de los terrenos adyacentes al templo para la construcción de viviendas. Los planos eran del intendente Antoine de Causan, con un trazado octogonal propio de la época, incluyendo los nombres de las calles, muchos de los cuales se han mantenido hasta la actualidad. En 1763 los franceses tuvieron que entregar la Isla a los británicos, y Sant Lluís pasó a depender de Maó.

En agosto de 1904 se constituyó el primer ayuntamiento, siendo elegido alcalde Pedro Tudurí. El crecimiento de la población fue ligado a la actividad agrícola y ganadera, hasta la llegada del turismo, que ha convertido este municipio en uno de los motores turísticos y de servicios de la Isla. El municipio cuenta con diversidad paisajística, con la presencia de los barrancos de Rafalet, Biniparratx, Binisafúller y Alcalfar, que desembocan en bellas calas. El litoral también presenta diversidad geográfica, con playas, calas, cabos y islotes. Cabe destacar la Isla del Aire, frente a la urbanización de Punta Prima, dónde en 1860 se construyó el faro y donde habita una interesante especie endémica de lagartija negra. Sant Lluís destaca por su interesante patrimonio histórico, cultural y etnológico.