Un beso televisado que -unido al comportamiento de Rubiales aquel día en el palco- provocó una ola de indignación que rebasó fronteras y acabó con su salida de la Federación tras más de cinco años al frente, y con una acusación por agresión sexual y coacciones de la que ha tratado de desprenderse y por la que afronta una petición de dos años y medio de cárcel. Coacciones que la Fiscalía también atribuye a otros tres exdirectivos -el exentrenador de la Selección femenina Jorge Vilda, el exdirector de la masculina Albert Luque y el exjefe de marketing Rubén Rivera-, acusados de hostigar a Jenni Hermoso y a su entorno para que dijese que sí consintió y rebajar lo que algunos han catalogado como «bola mediática».
«Aunque parezca mentira, hemos acabado». Estas han sido las últimas palabras del magistrado José Manuel Fernández-Prieto -uno de los protagonistas involuntarios de este juicio- tras anunciar Rubiales y los otros tres acusados que renunciaban a su turno de última palabra.
Dos «versiones contradictorias»
A lo largo de nueve jornadas, Fernández-Prieto, titular del Juzgado Central de lo Penal, ha escuchado a una veintena de testigos, incluida la propia jugadora, que afirmó con contundencia que ni consintió ni hubiese consentido si su «jefe», como ella misma recalcó, le hubiese preguntado si quería recibir un beso. Porque una de las principales bazas defensivas de Rubiales ha sido tratar de demostrar -incluso con una pericial en lectura de labios puesta en duda por las acusaciones- que preguntó a la jugadora si podía darle un «besito», tras sentir «ternura» por lo «apesadumbrada» que estaba por haber fallado un penalti ese 20 de agosto de 2023. Y que ella -recalcó- dijo «vale».
Pero la jugadora declaró que no oyó tal pregunta y que si la hubiese oído tampoco le habría dado su beneplácito: «(...) Sabía que me estaba besando mi jefe y esto no ocurre ni debe ocurrir en ningún ámbito laboral o social». Fueron «milésimas de segundo» en las que no tuvo «capacidad de reaccionar» y se sintió violentada y «poco respetada». Su testimonio vino seguido de declaraciones de compañeras de vestuario como Alexia Putellas, familiares y también algún cargo federativo en las que se han apoyado las acusaciones para considerar acreditada esa falta de consentimiento de Jenni Hermoso, pero también las presiones para que quitase al expresidente federativo, en términos de uno de los acusados, «el mayor marrón de su vida».
Otros testigos, más cercanos a Rubiales en su etapa en la Federación, dieron una versión más favorable al expresidente, hasta el punto de que uno llegó a llamar a Hermoso «manipulable». Y la versión de otros, como el seleccionador Luis de la Fuente, fue cuestionada por la Fiscalía. No dudan las acusaciones ni de que Jenni Hermoso no consintió -fue un «sometimiento», dijo su abogado-, ni de que Rubiales puso en marcha «toda una maquinaria» de la Federación para tratar de conseguir que saliese públicamente diciendo que sí lo hizo. Y esto último ha sido muy criticado por las defensas, que han censurado que la Fiscalía haya tratado de dibujar a la Federación como un «ente mafioso» porque «lo del beso no era suficiente».
El abogado de Rivera ha llegado a decir que el asunto del beso «era tan pequeño», «tan nimio», que no daba lugar «a esta exhibición de fuerza por parte del Estado contra la Federación». La abogada de Rubiales, Olga Tubau, además de dar por acreditado el consentimiento, también intentó con su informe que «como mínimo», quedase una «incertidumbre objetiva» que llevase al juez a «dudar», y pidió no confundir «el pecado y el delito, es decir, lo social y moralmente reprochable con lo penalmente condenable».
Un alegato en contra de la revictimización
Fue contundente la fiscal Marta Durántez al lamentar que, aun en 2025, se vea obligada a seguir preguntando a una víctima por qué se rió y por qué celebró un triunfo como el de la primera victoria de la Selección femenina de un Mundial. «¿Hasta cuándo vamos a estar exigiendo a la víctima de una agresión sexual un comportamiento heroico? (...) ¿Qué le podemos exigir que haga? ¿Que se vaya a un rincón a llorar?», preguntó, consciente de que en el juicio se había cuestionado el estado de ánimo y la actuación de Jenni Hermoso tras el beso. Y, más allá de este procedimiento y de lo que ocurra con sus acusados, la fiscal dejó constancia de que la jugadora no será recordada por la victoria del Mundial, sino por ser «la del beso». En respuesta, un día después, la abogada de Rubiales invocó el derecho a la presunción de inocencia de los acusados.
Un nuevo juez estrella
La sorpresa este juicio la ha dado el juez José Manuel Fernández-Prieto, poco conocido hasta que llegó a sus manos un procedimiento tan mediático como este, y cuyas intervenciones tratando de reconducir el proceso rápido circularon por las redes sociales. Conocidas son ya sus interrupciones, sobre todo a la fiscal, seguidas de los correspondientes «protesto», sus advertencias ante las respuestas con «chulería» de algún testigo y sus «continuemos» en un juicio en el que, él mismo reconoció, las partes le estaban dejando «agotado». Este viernes lo ha dejado «visto para sentencia» y ahora es quien debe determinar si lo que se vivió tras la final de aquel Mundial y los días posteriores fue una agresión sexual, seguida de coacciones a la jugadora.
13 comentarios
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Años estudiando y opositando, años de carrera para llegar cerca de la jubilación a juzgar un besito en una celebración...... Demasiado bien ha aguantado el juez, que le cambien la silla
No se le da en cambio ni de lejos la misma importancia aI deleznable tocamiento en la parte baja que la impresentable jugadora del Farça, Mapi León, realizó hace unos días a una jugadora rival del Español durante su último enfrentamiento liguero. Ni siquiera el Farça ha tenido la decencia de admitir los hechos y aceptar lo reprobable de los mismos. Este es el Farça, el mismo club tramposo, farsante, teatrero y ventajista que tenía durante 25 años en nómina al mismísimo director técnico del Comité Arbitral, Negreira. Todo este ridículo asunto con este patético simulacro de juicio a Rubiales, que se ha prolongado artificialmente de forma premeditada durante un montón de días, sólo para mantener la noticia en los medios de comunicación cuanto más tiempo mejor, es una auténtica pantomima repugnante basada en la nimiedad más absoluta, simplemente porque hay que crucificar sí o sí a esa persona porque es un hombre. Y eso lo digo a pesar de que el tal Rubiales me parece un tipejo deleznable, digno de ser condenado. Pero no por esta bobada, sino por su corrupción como presidente de la RFEF. Somos el hazmerreír mundial con este repugnante montaje femi.nazi, más propio de un sketch de José Mota.
Desencantado, però què dius!? si era la seva noviaaaaa formal . Pardaaaal .
S'ha d'anar posant als matxirulos en el seu lloc. Abusons fora.
CapdefavaSe ruborizó más la Sara que la Jenni.
Éste tío es un caradura egocéntrico, que se excedió con ese beso, pero de ahí a éste linchamiento...
DesencantadoPasó por el altar... ¿te parece poco? (MODO HUMOR EN ON)
Machirulo de manual.
Siempre me he preguntado, los taquígrafos, cuando transcriben la declaración del Rubiales, ¿qué transcriben: "Fue un beso consentido" o "Fue un beso con sentido"?
¡De la que se libró el Iker Casillas cuando le dio el beso a la periodista!