Ginés Díaz, Aurelio Vázquez y Antonio Copete tras la firma del XV Convenio en 2014. | M. À. Cañellas

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Desde que en junio de 1977 se firmó en Baleares el primer convenio de hostelería de la época democrática, la historia de estos acuerdos es un reflejo de la constante negociación entre la patronal y los sindicatos para mejorar las condiciones laborales en un sector clave para la economía de las islas.

A lo largo de las últimas décadas, estos acuerdos han ido evolucionando al ritmo de la sociedad balear y ampliando el mapa de prioridades: de negociar el sueldo y las jornadas de trabajo se ha pasado a tratar el bienestar de las personas trabajadoras en cuestiones como la reducción de la jornada, la conciliación entre vida laboral, familiar y personal o la medición de cargas de trabajo. Más allá de horas y nóminas, ahora se negocia también la calidad de vida.

En sus 48 años de historia, el convenio de hostelería de Baleares ha sido pionero en el sector turístico español en conquistas laborales como, por ejemplo, la figura del fijo discontinuo con el establecimiento de un periodo mínimo garantizado de ocupación,los dos días libres consecutivos semanales, la equiparación salarial de las camareras de pisos con los camareros y las camareras de bar y restaurante, la ampliación del mínimo legal de vacaciones anuales de 30 a 35 días y el mantenimiento de la unidad del ámbito de aplicación a los sectores de hostelería, apartamentos turísticos, restauración, bares, y salas de fiestas, entre otros avances sigificativos. Y ha sido gracias al entendimiento entre patronal y sindicatos, no exento de los momentos de tensión propios de toda negociación.

Josep Forteza-Rey fundó y fue el primer presidente en 1976 de la Agrupación Hotelera de Playa de Palma. Cofundó con Miquel Codolà la Federación Empresarial Hotelera de les Balears en 1977, año en que se firmó el primer convenio de hostelería en democracia: «Miquel y yo recorrimos Mallorca en un Citröen 2 CV visitando agrupaciones hoteleras de la isla para que se asociaran a la Federación», explica. Presidió la FEHM de 1989 a 1991 y recuerda que los primeros temas clave del convenio tenían mucho que ver con la organización del trabajo: «salarios base, jornadas laborales, descansos semanales...» en unas negociaciones presididas por el «respeto».

Ferran Porto sucedió a Forteza-Rey al frente de la FEHM de 1991 a 1998. Admite que en las negociaciones del convenio abundaron los momentos de tensión, si bien destaca que durante su mandato «no hubo huelgas». Asegura que la formación de los trabajadores ha estado sobre la mesa desde el inicio de las negociaciones del convenio: «Siempre he dicho que formar a los empleados es la mejor inversión posible para un empresario, aunque a veces no la aproveche porque en ocasiones el trabajador se va a otra empresa una vez formado». Porto considera «imposible» laplicar la reducción de jornada en hostelería.

«Reducir la jornada, al igual que subir los salarios, es posible cuando los empresarios tienen la suficiente visión para entender que les interesa repartir el pastel en vez de quedárselo todo». Lo explican Antonio Copete (UGT) y Ginés Díez (CCOO), presentes en la mesa de negociaciones de los quince primeros convenios de hostelería. Su última negociación, con Aurelio Vázquez de presidente de la FEHM, fue de las más duras que vivieron: «la patronal hizo una declaración de guerra proponiendo la congelación salarial, la desregulación de la figura de los fijos discontinuos, la modificación del modelo de jornada laboral y la externalización de servicios. Finalmente no consiguieron imponer ni una sola de esas medidas», señala Díez. Copete asiente: «Todo lo que se ha conseguido a sido a base de lucha», y añade «no es de recibo que los hoteleros no inviertan en viviendas para los trabajadores con lo que ganan» y apunta a la necesidad de un porcentaje de subida salarial «de dos digitos» para el próximo convenio, porque como asegura Ginés Díez «en esos tiempos, el encarecimiento de la cesta de la compra y la vivienda se lo comen todo».