A pesar de que las científicas ya son el 54 % de la plantilla, tal y como reconoce la directora científica del instituto, Antònia Barceló, solo un 30 % llega a la categoría R4, liderando equipos y áreas o campos de investigación. «A medida que sube el nivel se va reduciendo el porcentaje de mujeres y es algo que tenemos que analizar a fondo y mejorar», expresa mientras reconoce que estas cifras se dan en todos los ámbitos y tienen que ver con la conciliación de la vida familiar y laboral, que sigue condicionando la presencia femenina en los puestos directivos y de mayor responsabilidad.
Barceló es médico, dice que sintió la llamada de la ciencia desde muy pequeña y relata las dificultades que encontraban las mujeres de su generación, hace 50 años, para poder dedicarse a una carrera científica o investigadora. «Tuve la suerte de contar con el apoyo de mi familia y de poder irme a estudiar la carrera de Medicina fuera, no tuve limitaciones pero lo mío fue un caso excepcional», expresa.
Ahora, desde el instituto que dirige se fomenta la vocación científica entre las niñas de Baleares. «Científicas en el aula» es una inciativa en la que participan 65 investigadoras del centro, de forma voluntaria, para ofrecer en 70 escuelas de las Islas más de 80 charlas motivadoras, que despierten el interés por la ciencia entre las niñas, destaquen el papel de las mujeres y los referentes femeninos en este campo.
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Antónia Barceló se siente orgullosa de este programa, que también atrae a los niños. «Es una de las actividades más inspiradoras y que queremos potenciar, porque ellos son el futuro, y la investigación en salud los necesita», subraya.
Los tiempos están cambiando
Sofía Tejada Magraner, tiene 33 años, es bióloga e investigadora postdoctoral FOLIUM en el grupo Multidisciplinar de Sepsis del Idisba. En su caso, expresa que fue el médico de Sóller, su pueblo natal, el que le despertó el interés por la ciencia. «Cuando me ponía mala y venía a casa a verme me explicaba que me ponía enferma a consecuencia de unos bichitos y esas historias me despertaban mucha curiosidad», recuerda.
Estudió la carrera en la UIB y agradece a todos los «buenos» profesores que ha tenido porque le han inspirado y motivado para desarrollar la carrera investigadora.
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Sofía no siente que haya tenido que enfrentar grandes dificultades como mujer para ser científica pero es consciente que aún queda mucho por batallar para que no se vayan perdiendo talentos femeninos a medida que se van subiendo escalones.
Maria Barceló Nicolau tiene 31 años y es bioquímica. Forma parte del grupo de investigación de lípidos en patología humana e investiga sobre el tejido adiposo en el cáncer de colon. En su caso la inspiración le vino en las clases de biología y dice que tuvo muchos referentes femeninos en quién inspirarse. «Me han ayudado mucho y siempre me han impulsado para avanzar y seguir adelante», expresa.
Respecto a las diferencias de género, Maria sostiene que tampoco las ha sentido en su carrera pero sí en el legado científico en el que lamenta que la mayoría de estudios se han realizado en hombres e incluso con ratas macho «porque las mujeres presentan una mayor variabilidad en los resultados», explica.
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Las tres coinciden en cambiar esta realidad, en desarrollar más estudios en mujeres, en sus patologías y factores de riesgo. Y en este sentido, saben que es un privilegio poder trabajar en un instituto que tiene una gran conciencia de género.
Reconocimiento
Con el objetivo de reconocer el papel fundamental de la mujer en el desarrollo del ámbito científico y tecnológico, la UIB reunió ayer a decenas de mujeres frente al edificio Mateu Orfila i Rotger.
Con las manos en alto, estudiantes, profesoras e investigadoras escenificaron la importancia de sus aportaciones como mujeres en este aspecto.
Marta Carriò Tomás, es estudiante del Grado de Física en la Universitat. Desde su punto de vista, «Cuando eres pequeña no es tan común querer ser ingeniera, matemática o física. Lo ves más como una cosa de hombres»; sin embargo, apunta que «ahora tenemos más referentes».
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Considera que días como el 11F son importantes porque permiten a niñas de 10 años darse cuenta de que «si quieren, pueden estudiar números o ciencia». «En la carrera de Física somos pocas, pero nos lo pasamos muy bien y somos de las mejores de la clase incluso», dice entre risas.
En su caso se decantó por esta disciplina porque «siempre me ha gustado, de pequeña se me daban bien las matemáticas y creo que la física es imprescindible para entender el mundo y permite escoger entre muchas ramas como programación o estadística».
Carmen Rotger es profesora de Química Orgánica de la Universitat. En cuanto a la integración de la mujer en el mundo de la ciencia, Rotger cree que «ha mejorado, aunque si que es cierto que en algunas especialidades nunca ha habido tanta diferencia como en otras, por ejemplo en Química».
«La tendencia está cambiando y ahora hay más chicas que se interesan por la investigación que antes». Pese a la mejoría «es mucho más complicado para la mujer llevar el mismo ritmo que se necesita de trabajo y dedicación y compatibilizarlo con la vida familiar o social».
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En este sentido, indica que «esto sigue siendo un hándicap para muchas y una ventaja para ellos». A la hora de animar a otras generaciones, Rotger lo tiene claro: «Yo les diría que hagan lo que les guste, si realmente les apasiona siempre se encuentra una solución para poder compaginar bien la vida familiar con la laboral.
Si te gusta de verdad, puedes conseguirlo, pero no quita que tengas que poner gran parte de tu vida e interés». Rotger se define así misma como «una de los pocos casos de vocación pura».
2 comentarios
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"Solo tres de cada diez..." ¿Y? Pues actualmente hay tres, dentro de un año a lo mejor son ocho... Vamos a dejarnos de cuotas, lo interesante es la investigación. Mañana si es al contrario, ¿ lo pondremos también ? Las mujeres son demasiado valiosas como para necesitar de estas pamplinas.
Les dones són les futures jefas, és per estar orgullosos