Algunas de las mujeres que participan en el programa, en Ziguinchor.

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En 2021 la Dirección General de Cooperación e Inmigración del Govern balear puso en marcha el programa de ayuda directa Apoyo a la mujer en la agricultura y el desarrollo sostenible PAF/AGRIFED SUD, con el objetivo de formar a mujeres senegalesas para que se organicen, aprendan estrategias de cultivo mejoradas y alcancen la soberanía alimentaria y se empoderen.

El programa las ayuda a aumentar su disponibilidad de alimentos para el consumo; los ingresos familiares, comercializando el exceso de productos agrarios; su perspectiva de género; y a reducir la cargas de trabajo. «En general, las mujeres tienen problemas para acceder a la tierra, con el proyecto se facilita que los gobiernos locales se la cedan a ellas y durante 25 años puedan explotar los terrenos», explica Joan Fortuny, jefe de servicio de Cooperación de la dirección general.

Actualmente, hay cuatro fases financiadas -con una dotación global de 492.000 euros-, dos en la región de Podor y dos en la región de Ziguinchor, también conocida como ‘Casamance’. El pasado noviembre, Fortuny realizó una misión técnica para hacer seguimiento del programa y visitó algunos de los proyectos in situ en Casamance. Con una economía íntegramente agraria, la tierra de cultivo de la región experimenta variaciones climáticas que deterioran la capacidad productiva; además, de que la misma ha ido disminuyendo paulatinamente por la salinización; la plantación de minas antipersonas durante los 80; la invasión de cultivos de anacardos; y el arrendamiento de suelo a grandes productores.

El programa da apoyo a unas 5.000 mujeres agricultoras en Zinguinchor, enseñándoles técnicas agrícolas mejoradas resilientes al cambio climático; fomentando la producción de semillas locales; la diversificación de cultivos; la transformación y comercialización de productos agrarios; mejorando el acceso a los mercados locales; y proporcionándoles equipamientos y herramientas. «Es muy difícil que una mujer sola consiga las herramientas y semillas; el proyecto les permite agruparse, recibir formación, un motocultor de gasolina, botas, guantes; y así producir más a un menor coste. Una de las cooperativas incluso tiene ollas muy grandes para cocinar los alimentos y hacer mermeladas y conservas», apunta Fortuny.

Durante su estancia, pudo conocer los campos escolares; extensiones de tierra de 250 metros cuadrados donde se siembra y se enseña de manera práctica a las mujeres para que posteriormente sean ellas mismas las que continúen con la actividad agraria de manera autónoma. En concreto, visitó la comuna de Diacounda, en Sédhiou, y la de Dar Salam, en Bignona. Allí hay dos cooperativas en marcha: la de Agnsse y Lambe-Lambe, esta segunda en la comuna de Nyassia.

Futuro

«Teníamos un presupuesto muy interesante para este proyecto, el problema es la prórroga de los presupuestos autonómicos, que hacen que no sepamos como quedarán al final», dice. Y es que, la Dirección contaba con una subvención de 150.000 euros para el ejercicio 2025-26 y otra similar para 2026-27. «La idea era continuar con la esencia del proyecto unos cuatro años más y a lo mejor incluir alguna cooperativa más», pues comunidades vecinas senegalesas quieren adherirse al programa por «la buena experiencia» de las que ya forman parte. También se valora mejorar las infraestructuras, que son «súper obsoletas» e introducir como prioridad el riego por goteo.