Vista del espectrofotómetro de absorción atómica que sirve para analizar la concentración de metales en los baños galvánicos. | Gemma Andreu

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En la historia industrial de Menorca, la bisutería siempre ha ocupado un capítulo destacado junto al sector del calzado. Su trayectoria la llegó a situar durante el siglo XX junto a Barcelona, Valencia, Madrid y Mallorca como una de las regiones españolas con mayor arraigo en la elaboración de esta manufactura. En 1974 existían setenta y ocho empresas de bisutería, cuarenta y una de las cuales estaban en Maó y ocupaban a mil cuatrocientos trabajadores. Una época de esplendor que vería primero nacer a la Asociación Nacional de Bisutería (Sebime) en 1972, vinculada a la Semana de la Bisutería en Menorca, y siete años más tarde, al Instituto Tecnológico de la Bisutería (ITEB), entidad sin ánimo de lucro creada para la investigación y la innovación de la industria bisutera española. Cuarenta y cuatro años más tarde, este centro tecnológico, que funciona como empresa de servicios para el sector, todavía mantiene su pulso de calidad que lo sitúa como Laboratorio Oficial de Metales Preciosos en el archipiélago y respaldado por la Entidad Nacional de Acreditación por su implantación de un sistema de gestión de la calidad, si bien el paisaje industrial bisutero ya no es el mismo. Actualmente, emplea a cinco personas y en 2022 facturó 350.000 euros con una cartera de 25 clientes locales y nacionales.

ORÍGENES. El Instituto Tecnológico de la Bisutería nació en un momento en el que surgieron otros centros tecnológicos a nivel nacional. Fue un momento clave para nuestro país a las puertas de la posterior entrada de España en la Unión Europea, en el que se hacían transferencias de capital para contribuir a modernizar nuestro país. En aquel momento, la visión emprendedora de empresarios clave para el sector bisutero como Rafael Timoner, junto a otras muchas personas, contribuyó a hacer realidad este centro tecnológico de asesoramiento para la bisutería para Menorca y Balears, como también habían nacido otros en Valencia como por ejemplo Inescop (el centro de innovación y tecnología del sector del calzado) o el AIMEN, el centro tecnológico en el campo de los materiales y las tecnologías de fabricación avanzada ubicado en Pontevedra. El ITEB fue constituido en 1979 por Sebime, APIME, el Consell Insular de Menorca y el Consejo General Interinsular de Balears con el apoyo del CDTI, el IMPI y el Ministerio de Industria y Energía. Su finalidad era la promoción de todas aquellas iniciativas de diversa índole que tuvieran por objeto el facilitar la progresiva asimilación por parte de la industria de la bisutería de los procesos de innovación, investigación y desarrollo tecnológicos, como estrategia primordial de modernización de sus estructuras productivas y de incremento de la competitividad de sus productos. «Nos convertimos en uno de los primeros centros tecnológicos y su creación debía servir de enlace entre la universidad y el sector industrial, ya que en aquella época, la universidad estaba focalizada más en la investigación teórica que en la aplicada», explica Fernando Torres, actual gerente de ITEB y director de su laboratorio.

Fernando Torres
Fernando Torres, gerente del ITEB y director de su laboratorio, operando en el microscopio óptico metalográfico.

«La lástima es que en Balears, esta conjunción no acabó siendo lo que tenía que ser y no encajó del todo, si bien en sus orígenes el decano de la Facultad de Ciencias asistía a las reuniones del Patronato Rector en representación de la UIB. Hoy no tenemos ninguna conexión con la universidad, pero nos gustaría recuperar esta relación, aunque es verdad que desde la crisis de 2008 hemos visto reducida nuestra capacidad innovadora», comenta Torres. La primera sede del ITEB estuvo ubicada en la calle Josep Maria Cuadrado 33 de Maó, pero su aspiración siempre fue poder disponer de un edificio propio. Un objetivo que fueron consiguiendo a lo largo de diversos años y etapas hasta contar con los 2.700 metros cuadrados que tienen actualmente en la calle Artrutx 3 del polígono industrial de Maó.

ORGANIZACIÓN. El ITEB está organizado actualmente a partir de distintos departamentos que ofrecen una serie de servicios para la industria bisutera. Los dos primeros servicios que se ofrecieron en su momento fueron, por un lado, el análisis de la concentración de metales en los baños galvánicos que se utilizan para el galvanizado de las piezas, mediante el uso de un espectrofotómetro de absorción atómica, y por otro lado la determinación de los diferentes espesores de recubrimientos metálicos mediante un microscopio óptico metalográfico. «Son dos servicios básicos que se usan frecuentemente y con los que se empezó a operar», explica Fernando Torres, que entró a trabajar en ITEB hace 35 años. En 1989 se convirtieron en el segundo laboratorio de Balears que podía operar para el análisis y contraste de metales preciosos, un servicio que surgió a raíz de la implantación del reglamento de metales preciosos que obligaba a fabricantes de joyería a tener que pasar por una entidad que certificara la ley de los metales preciosos. En 2010 fueron declarados Laboratorio Oficial de Metales Preciosos de Balears. «Al año realizamos unos 7.000 análisis de muestras de plata que sirven para que el fabricante o importador de metales preciosos pueda tener la certeza de que aquello que le han vendido, es realmente plata de ley y así lo pueda garantizar al consumidor», comenta Torres. Otro de los hitos para ITEB fue en 1997 cuando obtuvieron la acreditación por parte de la Entidad Nacional de Acreditación, que certifica que el laboratorio realiza sus ensayos bajo la norma de calidad UNE-EN ISO 17025. «Somos de los pocos laboratorios de Balears que lo tenemos», aclara Torres. A nivel medioambiental, uno de los servicios más importantes que prestan es la gestión de residuos tóxicos y peligrosos, incluyendo el tratamiento de aguas residuales procedentes de las fábricas de bisutería. Para ello cuentan con una depuradora en sus instalaciones, que es gestionada a través de un consorcio creado junto con el Ajuntament de Maó en la que, además de la depuración, se regeneran las resinas de intercambio iónico procedentes de las fábricas de bisutería, utilizadas para el reciclaje de las aguas de enjuague de los baños galvánicos. «Cada año miramos de hacer inversiones en la medida de nuestras posibilidades para modernizar las instalaciones y los equipos», comenta.

FUTURO. El ITEB cuenta con un comité ejecutivo presidido actualmente por Jesús Vidal, presidente de Vidal & Vidal, que vela por el buen funcionamiento de la entidad y que está integrado por representantes de las empresas asociadas. El futuro de ITEB pasa por seguir llevando a cabo proyectos de investigación e innovación, aunque sean a pequeña escala de acuerdo al volumen de su presupuesto, y seguir apostando por el papel estratégico de la planta depuradora de cara a asegurar la actividad industrial de forma respetuosa con el medio ambiente. «El objetivo es consolidar nuestro rol como laboratorio de referencia que presta sus servicios a nivel nacional y ser resilientes a las diferentes crisis del sector, sin dejar de renovarse», indica. Recientemente se han incorporado dos jóvenes licenciados en química que realizan funciones como responsables de calidad y técnicos de laboratorio.