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Menorca vive un momento dulce como destino turístico. Estamos de moda y solo el conflicto con Ucrania, podría ensombrecer las favorables perspectivas para esta temporada. Vivimos tiempos difíciles, inciertos y al mismo tiempo extraños, donde la pandemia y la amenaza en el horizonte de una guerra nuclear, parece que hayan dejado en la sociedad un mensaje de «carpe diem» sin precedentes. No es momento de pensar en el mañana, es momento de disfrutar del presente. Esta coyuntura es la que favorece estas tremendas ganas de viajar y evadirse (¿rebote de consumo?) donde Menorca parece que disfrute de su «belle epoque». La Semana Santa ha sido un muestra con los hoteles prácticamente llenos, como mínimo los agroturismos y los de interior, y con buenas cifras de reservas, incluso para mayo. El aeropuerto también se ha disparado porque las aerolíneas han puesto a disposición de los ávidos viajeros miles de asientos y por ello, nos hemos convertido en el aeródromo de Balears que mayor crecimiento experimenta en enlaces directos. Las reservas de viviendas vacacionales también tienen buenas cifras de ocupación y el embajador del Reino Unido acaba de confirmar que se espera que el turismo británico vuelva en tropel.

¿Todos bien, entonces? Pues no. No todos los sectores van igual de bien, no todo el mundo está lamiendo estas mieles. El campo de Menorca agoniza y ve peligrar su futuro por el alza de los costes en todos los frentes, por las ayudas siempre insuficientes, por su falta de viabilidad en muchos casos y porque el sector primario es el eslabón débil de la cadena, sometido a los dictámenes de la gran distribución que le marca los precios cuando debería ser al contrario. El sector industrial menorquín también está sufriendo por el encarecimiento de las materias primas, de la energía, del transporte y de una globalización que no se lo pone facil a lo que no son economías de escala si bien, ahora nos estamos dando cuenta que producir tan lejos no es tan buen negocio como parecía. Los Fondos Next Generation, que debían alumbrar toda una serie de proyectos de transformación de nuestra economía, son más necesarios que nunca y tienen puestas muchas ilusiones que no pueden quedar frustradas. Hace pocos días la Ministra Calviño felicitaba en el Senado al Conseller de Fons Europeus, Miquel Company por la gestión que se estaba llevando a cabo en Balears con estos fondos. Confiemos que sea un buen augurio para Menorca.