El actor y productor norteamericano Richard Gere, este sábado en la alfombra roja. | REUTERS/Jon Nazca

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Parece imposible que no haya Goyas sin polémica. Y menos mal, porque parece que la industria del cine, como todo negocio, tiene en sus entrañas algo podrido. Hace apenas tres días Karla Sofía Gascón anunciaba que no acudiría a la ceremonia a raíz del revuelo que han causado –con razón– sus comentarios en su cuenta de X, entonces Twitter, con perlas difíciles de resumir en este breve espacio, pero con el foco puesto en los «moros» y el islam, que a su parecer, es «un foco de infección».

Era de esperar, pues, que en la alfombra roja la palabra predominante haya sido «cancelación». Tal y como comentaban Henar Álvarez y Judith Tiral en clave de humor, hay quien pueda sentir cierto miedo o reparo en estar «demasiado cómoda» y, por ello, ser cancelada. Suena a esa queja ahora extendida por parte de algunos hombres de «es que ahora no se puede decir a una chica que es guapa». Pues no, tal vez no haga falta. Pero allí seguimos.

Otra cuestión interesante que destacaba el dúo del pódcast El Olimpo de las Diosas es la de la presencia de las mujeres, también las de más de 50 que sí, cuesta de creer, pero también son mujeres. Una joya: «Esto es lo que debe sentir un hombre en nuestra sociedad». Efectivamente. ¿Cuántos espectadores no habrán elogiado a Richard Gere? «Está muy bien», «apenas ha envejecido», «sigue estando muy guapo». Tiene 75 años y sí, sigue siendo atractivo, coincidirán hombres y mujeres. Pero, ¿y si el centro de atención fuera una mujer de esa edad? Pienso en actrices llamadas ‘maduras’, como Jane Fonda o Julie Andrews y creo firmemente –y no hace falta llegar a los 60 o 70 años de edad– que los comentarios serían otros, que estarían marcados por las arrugas que tiene o si se ha puesto o no bótox.

Pero aquí se trataba de hablar del glamur de la alfombra roja, de los vestidos exuberantes. En opinión de una servidora, como suele ocurrir en este tipo de eventos, parece que lo más importante es llamar la atención, pero mejor si se queda en el hilo de un vestido y no en uno de X.