Samantha Flores llegó a Madrid el pasado jueves, 23 de enero, procedente de México y había solicitado asistencia en el aeropuerto al tener movilidad reducida. Fue recogida por el personal de asistencia en la puerta del avión en la pista y conducida hasta el autobús que la debía acercar, junto al resto de pasajeros, a la terminal. «Me pusieron el cinturón en el autobús y el empleado permaneció cerca de mí hablando con otras pasajeras del avión», ha indicado. Al detenerse el autobús, tras aproximarse a la terminal, el resto de viajeros se bajaron y la anciana no se dio cuenta, hasta minutos después, de que el asistente que iba con ella también se había marchado dejándola «sola» en el interior, según ha narrado en una entrevista en TVE.
Tras los hechos, el ente aeroportuario ha confirmado que actuará «en consecuencia» con la empresa de asistencia adjudicaria del servicio y ha exigido a la misma «que ponga las medidas necesarias» para que la situación «no vuelva a ocurrir».
Aena ha negado, no obstante, que la anciana «en ningún momento deambulase por las pistas y estuviese horas perdida». Sin embargo, Samantha Flores asegura que, tras conseguir bajarse del autobús sola, después de intentar, sin éxito, que algunas de las personas que podía ver en el exterior la ayudasen, estuvo caminando por una zona con «varias carreteras». «Ví que pasaban algunas gentes y les toqué en el cristal para que me viesen, pero no me hicieron caso; no me quedó más remedio que bajarme del autobús», ha indicado.
Según ha narrado, se encontraba cerca de una zona de estacionamiento de camiones de carga donde consiguió la ayuda de un camionero. «Crucé la carretera de salida de los camiones y entonces me dirigí a esa zona y, a unos 150 metros, vi a un señor al que grité y le hice señas», ha argumentado la anciana. Fue esa persona quien, según su versión, le acompañó directamente al interior de la terminal. Su aventura no concluyó ahí, ya que al dirigirse a los responsables del aeropuerto éstos le indicaron que no le podían ayudar al no haber constancia de su entrada en España.
Samantha Flores no había pasado el control policial de pasaportes al quedarse sola en la pista y no acceder a la terminal por la zona de llegadas. Fue entonces cuando fue conducida hasta dependencias de la Policía Nacional en el aeropuerto donde firmó una declaración voluntaria de entrada en territorio español para poder permanecer en el país, ya que su entrada ha sido de manera irregular. Esta situación de «irregularidad» está dificultando, según ha explicado la anciana, poder llevar a cabo el objetivo con el que ha viajado a Madrid, donde pretende constituir el 14 de febrero la sede española de la Fundación Laetus Vitae, que preside en México y que está dedicada a la protección de los mayores LGBTTTIQA. El día 22 de febrero tiene vuelo de regreso a México.
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