Los problemas de suministro de algunos medicamentos preocupan a los expertos. | Freepik

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«La falta de medicamentos se está convirtiendo en un problema de salud pública». Esta es la advertencia que lanzan los expertos y que respalda el especialista en Salud Pública y Medicina Preventiva Joan Carles March. Además, precisa que los problema de suministro afectan a cuatro de cada diez hogares en España.

Por su parte, el Colegio de Farmacéuticos de Baleares sostiene que «el desabastecimiento y la falta de medicamentos que está afectando desde años a España, al igual que al resto de Europa, podría convertirse en un problema de salud pública». Aunque puntualizan que la gran mayoría tienen sustitutos, instan a tomar «las medidas adecuadas para paliar la falta de medicamentos.

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Cabe destacar que la Agrupación Farmacéutica Europea (PGEU) y la Federación Internacional Farmacéutica (FIP) se han sumado y ofrecido recomendaciones para minimizar el impacto de la falta de medicamentos. Además, la profesión farmacéutica vienen alertando desde hace tiempo de los problemas de suministro para que «se trabaje en ello y evitar que pueda repercutir en el paciente en cuestiones como el retraso o abandono del tratamiento».

Limitaciones de producción y una demanda creciente

March resalta que hay «limitaciones de producción y una demanda creciente en múltiples mercados y eso afecta al abastecimiento en Baleares y en España». A su modo de ver, «los problemas de suministro siguen siendo uno de los mayores retos que afronta Europa». No obstante, resalta que «la situación ha mejorado con los antibióticos. Hace dos años, la escasez afectó a 27 países europeos y a todas las regiones de España, cifra que se redujo a siete el pasado invierno. Este año no hay grandes problemas con estos fármacos, pero sí continuarán los que afectan a los GLP-1.
Ademas, la falta de suministros es un problema creciente que afecta en la salud y en la calidad de vida de las personas. Ozempic, Lexatin y cerca de 800 medicamentos más no se encuentran en las farmacias».

El prestigioso experto admite que «esto, de alguna manera, hace que veamos obligados a prescribir fármacos que pueden ser menos efectivos o tener más problemas de seguridad». En este sentido, argumenta que los médicos «estamos menos familiarizados con esos medicamentos, por lo que aumenta el riesgo de cometer errores». Además, «incrementa la carga de trabajo de los profesionales y puede disminuir la confianza de los enfermos en los tratamientos que toman».