En su tradicional alocución navideña, Felipe VI abogó por una España de «brazos abiertos y manos tendidas» en la que la convivencia democrática esté basada «en el respeto a la ley», en la unión y en una voluntad decidida de «construir y no de destruir», porque no es tiempo para «fracturas ni divisiones internas».
Unas palabras en las que el vicesecretario general de Comunicación del PP, Pablo Casado, ha visto un «mensaje claro a los populistas y secesionistas». «A buen entendedor pocas palabras bastan», ha dicho al asegurar que el monarca habló de «unidad frente a quien intenta separar y a quienes intentan hacer valer sus intereses partidistas por encima de los generales».
Casado ha calificado el discurso de «optimista y ambicioso», con un «marcado carácter de concordia y responsabilidad» al tratar de «buscar en todo momento lo que nos une y no lo que nos separa, lo que nos permite construir y no lo que destruye».
Desde el PSOE, su portavoz en el Congreso, Antonio Hernando, ha valorado la alocución por su contenido social más que político, por haber puesto la mirada en el futuro más que en el pasado y por destacar lo que une a los españoles por encima de lo que pueda diferenciarles.
Muy acertado le ha parecido a Hernando que Felipe VI resaltara la desigualdad como uno de los problemas pendientes y abogara por luchar contra ella, ya que, a juicio del portavoz socialista, la recuperación económica «solo será sostenible cuando desaparezcan las desigualdades que ha creado la crisis».
Al vicesecretario general de Ciudadanos (C's), José Manuel Villegas, también le ha parecido bien el mensaje, en el que el jefe del Estado trató «temas que son fundamentales para la España de hoy» y donde expresó ideas con las que está «básicamente de acuerdo» su partido.
Villegas ha citado entre los mensajes del discurso el que se lanzó respecto a aquellos que quieren saltarse las leyes. «Saltarse las leyes y enfrentarnos a los catalanes entre nosotros y con el resto de los españoles (...) genera desgaste, genera enfrentamiento, genera perjuicios económicos, pero será estéril porque nadie puede saltarse las leyes», ha subrayado.
Críticas
Y entre los que no han visto tan bien el mensaje está el secretario de Organización de Podemos, Pablo Echenique, quien ha opinado que lo podría haber «suscrito de principio a fin» Rajoy. Según Echenique, el Rey, al hablar de la crisis económica en los términos que utilizó, dejó fuera de su discurso a «millones de españoles que saben que no se trata de una crisis, sino de una estafa».
También por Podemos, su portavoz en el Congreso, Íñigo Errejón, ha tildado el mensaje de «atemporal», ya que no afrontó los problemas de los españoles: desigualdad, corrupción y «secuestro oligárquico de las instituciones».
Mientras, para el portavoz del PNV en esa misma Cámara, Aitor Esteban, la alocución fue «en lo social buenista, en lo político contradictoria y en lo territorial negacionista». Fue «un poco como el 'día de la marmota', solo que si Bill Murray en la película estaba 'atrapado en el tiempo», el Rey parece que esta atrapado en el trono», ha apostillado.
En el País Vasco también, la diputada de EH Bildu Marian Beitialarrangoitia ha criticado «el mensaje vacío» transmitido por Felipe VI, que evidencia que el «Estado no tienen alternativa para Euskal Herria» y que ofrece lo mismo que en el pasado, es decir, «negación e imposición», «sumisión y dependencia».
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