Al menos 33 personas han fallecido en un ataque suicida perpetrado con un coche bomba y un posterior asalto llevado a cabo por dos hombres armados contra el cuartel general de la Policía de Kirkuk, en el norte de Irak, según han confirmado fuentes policiales.
El de hoy es el tercer ataque de envergadura de las últimas semanas en la ciudad, centro de una disputa entre el Gobierno central de Bagdad y la región autónoma del Kurdistán por los derechos territoriales y de explotación de crudo.
"El terrorista suicida detonó su vehículo frente a la entrada del cuartel y después atacaron dos hombres con chalecos explosivos, armados con AK47 y granadas, pero los guardias acabaron con ellos", informó un agente.
La mayor parte de los daños fue causada por la detonación del vehículo, que transportaba una gran cantidad de explosivos. La explosión abrió un agujero en la fachada del edificio, destruyó los vehículos cercanos y una sede cercana del Gobierno iraquí.
Por otra parte, el viernes decenas de miles de musulmanes suníes se manifestaron el viernes en Faluya, tras las oraciones de los viernes, para reclamar la dimisión del primer ministro, el chií Nuri al Maliki, en un nuevo eco de las movilizaciones antigubernamentales que arrancaron en diciembre.
Los suníes se quejan de abusos y discriminación por parte del Gobierno central. Clérigos, jefes tribales y movimientos juveniles han reclamado reformas a Al Maliki, especialmente en las leyes antiterroristas que, según han denunciado, sirven como instrumento para abusar de la población suní.
El primer ministro ha hecho algunas concesiones, como liberar a cientos de presos, pero el malestar ha crecido desde que el pasado viernes cinco personas muriesen durante otra concentración en Faluya que terminó con los soldados abriendo fuego contra los manifestantes.
"Nunca perdonaremos lo que el Ejército nos ha hecho, no sólo el pasado viernes, puesto que su comportamiento ha sido siempre sectario", ha denunciado uno de los manifestantes, Omar al Jumaili, de 51 años. Como "nueva petición", Al Jumaili ha reclamado que el Ejército abandone la zona.
No obstante, entre los suníes han surgido divisiones, con diferencias entre la línea dura y los moderados. Los primeros reclaman una autonomía propia en la zona occidental de Irak, junto a la frontera con Siria, Arabia Saudí y Jordania. El grupo terrorista Estado Islámico de Irak, integrado en Al Qaeda, ha instado a los manifestantes a levantarse en armas contra el Gobierno.
Al Maliki ha encargado a un dirigente chií que recoja las reivindicaciones de las últimas protestas, entre las que figuran una ley de amnistía y la reducción de la persecución contra los seguidores del fallecido Sadam Hussein.
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