Benedicto XVI. El Papa se despide de los obispos al terminar la sesión de ayer del Sínodo - Reuters

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El Papa proclamó ayer "Doctores de la Iglesia" al español Juan de Ávila y a la alemana Hildegarda de Bingen, en la misa de apertura del Sínodo de Obispos para la Nueva Evangelización, en la que dijo que los pecados de los cristianos obstaculizan la evangelización.

"La fragilidad de tantos cristianos, más aún, su pecado personal y comunitario, representan un gran obstáculo para la evangelización. Por tanto no se puede hablar de nueva evangelización sin una sincera conversión", afirmó el papa en la plaza de San Pedro ante varias decenas de miles de fieles, entre ellos los 262 obispos que participarán en el Sínodo.

El Sínodo se prolongará hasta el 28 de noviembre, su objetivo -dijo el Papa- es afrontar la nueva evangelización de las personas que aún estando bautizadas se han alejado de la Iglesia y viven sin tener en cuenta la praxis cristiana "y ofrecerles un nuevo encuentro con el Señor, el único que llena de significado profundo y de paz la existencia".

El Pontífice, de 85 años, recordó que la Iglesia "existe" para evangelizar y subrayó que el crucifijo es "por excelencia" el signo distintivo del amor y de la paz y una llamada a la conversión y a la reconciliación.

Benedicto XVI se refirió al matrimonio entre un hombre y una mujer, reiteró que es "indisoluble" y aseguró que está llamado a ser "no sólo objeto, sino sujeto de la nueva evangelización", pero expresó su preocupación por la "profunda crisis" que atraviesa.
El Papa señaló que "lamentablemente" esa crisis se ve sobre todo en Occidente, zona de antigua evangelización donde avanza el secularismo, y agregó que ello "no es casual" y que hay "una evidente" correspondencia entre la crisis de la fe y la crisis del matrimonio.
El Papa proclamó "Doctores de la Iglesia" a Juan de Ávila (1499-1569) y a Hildegarda de Bingen (1098-1179), de los que dijo son dos santos "para admirar", dos figuras "luminosas".

Del español subrayó que fue un profundo conocedor de las Sagradas Escrituras, dotado de un ardiente espíritu misionero.