Érase una vez una niña llamada Ana María Matute que comenzó a escribir a los cinco años y que ayer, tras mucho escribir, fabular y convivir con duendes y magas, pero sin olvidar la realidad, recibió, a sus 85 años, el premio Cervantes por su "deslumbrante universo imaginativo".
Así, este año la entrega del premio Cervantes, el galardón más importante de las letras en español, estuvo impregnada de palabras que hacían referencia a la invención, a la imaginación, a seres invisibles y al arte del relato.
Una ceremonia en la que la escritora barcelonesa llenó de emoción y largos aplausos el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, con un discurso hecho desde el corazón, y en el que recordó su "vida de papel", como reconoció: su deseo de ser escritora, los cuentos, a los hermanos Grimm, Perrault y Andersen, a su muñeco Gorogó -su mejor invento- y la maldita guerra y el ruido de sus bombas.
Vestida muy elegante, con un traje de raso de color gris perla y una blusa blanca, y sentada todo el tiempo en una silla de ruedas que conducía su hijo Juan Pablo de Goicoechea (su sombra en toda la ceremonia), Ana María Matute comenzó por pedir disculpas por no saber escribir discursos.
"Prefiero escribir tres novelas seguidas y veinticinco cuentos, sin respiro, a tener que pronunciar uno. "Esta anciana que no sabe escribir discursos solo desea hacerles partícipes de su emoción, de su alegría y de su felicidad -¿por qué tenemos tanto miedo a esa palabra?-", dijo, y agradeció el premio a "todos cuantos han hecho posible este sueño".
"El que no inventa no vive". "La literatura ha sido el faro salvador de muchas de mis tormentas". "A la literatura en grande, como a la vida, se entra con dolor y lágrimas". Estas son algunas de las frases que pronunció la escritora y académica ante los reyes, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y su mujer, Sonsoles Espinosa. También ante la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y numerosos representantes de instituciones culturales y académicas.
La ministra González-Sinde, por su parte, señaló que la autora de "Olvidado rey Gudú" es un mujer "valiente" e "intrépida" que forma parte de una clase de autores "privilegiados" porque puede escribir sobre lo inexplicable y lo invisible.
Por su parte, el rey, que tuvo palabras de recuerdo para el poeta chileno, premio cervantes, Gonzalo Rojas, como hizo Ana María Matute, destacó de la premiada su excelencia literaria y su deslumbrante universo imaginativo
Y tras destacar el "inconfundible sello cervantino" que caracteriza toda la obra de Ana María Matute, el rey rememoró la trayectoria vital de la premiada y subrayó que la tragedia de la guerra civil dejó "una huella imborrable en su alma infantil y juvenil" que ha quedado grabada en gran parte de su producción.
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